viernes, 9 de octubre de 2009

No me rompas las flaquezas

No me quites la espina clavada.
Sudé mucho
para podérmela clavar.

No rompas mis decepciones.
Decepcionan,
pero quiero disfrutar de sus pedazos.

No me ocultes las cicatrices.
Sé que no te gustan,
pero son lo que el tiempo me dejó.

No me arranques las tristezas.
No quiero que las alegrías
me den igual.

No me duermas las ojeras,
que mis noches de insomnio
las peleé yo.

No te lleves a mis enemigos.
Si no me río en su cara,
las victorias serán amargas

Y no se te ocurra romperme las flaquezas.
Que no hay lugar mejor
cuando quiero sacar fuerzas.

domingo, 4 de octubre de 2009

Causa perdida

Hace una semana que han empezado las clases, así que teóricamente tenemos todavía bastante tiempo libre. Entonces...¿por qué estoy estudiando un sábado por la noche?

Bueno, la respuesta es, básicamente, porque el otro día subí a hablar con un tipo del departamento de astrofísica de mi universidad:

Cosas buenas: me motivó un montón. Increíblemente simpático, divertido, amable y dispuesto a ayudar.
Cosas malas: me toqué las bowlings lo tomé con muuucha calma los tres primeros años, y mi expediente está para el arrastre. Este último año, con un pelín más, he conseguido lo que no había conseguido antes ni de lejos. Lástima, sólo queda un año.

Resultado: un tipo hipermotivado con poco o nada que sacar de ello.

Pero cómo me gustan las causas perdidas

martes, 29 de septiembre de 2009

Locuras varias

Sólo un loco celebra que cumple años.

George Bernard Shaw

domingo, 13 de septiembre de 2009

Autosabiduría

Cuando la victoria es imposible, rendirse es una auténtica locura.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Un genio.

Había subido una entrada corta, que con esto de los exámenes no tiene uno tiempo para nada. Sin embargo, he cambiado de idea.

Hacía varios meses que no les escuchaba, pero hoy, de puro rebote, me he puesto a escuchar Queen. Simplemente porque he leído una letra, no reconocía de qué grupo era, y la he puesto en google, a ver qué salía. Y después otra, y después otra...Y es curioso. Porque resulta que tal día como hoy, allá por 1946 nacía uno de los mayores genios de todos los tiempos.

Feliz cumpleaños Freddie.

Y aprovechando que mi entrada iba de sobre mantener morales altas...

lunes, 24 de agosto de 2009

Yo y mis circustancias ( y nuestras diferencias)

En las últimas entradas ha habido varios bloggeros que han preguntado sobre mi respuesta a las tres preguntas de psicópata que os propuse, y hasta el momento no lo había hecho. Pero para que algunos contestasen, me tocó prometer que las respondería cuando acabase, y de paso os explicaría un poco el por qué de tanta muerte. Pues veamos.

De entrada diré que, al igual que la mayoría de vosotros, no soy capaz de dar un respuesta directa sin la más mínima duda.

Pregunta nº1: Esta es, seguramente, la pregunta que más me cuesta responder. Pensado fríamente, no plantea ningún problema. El mal menor, es decir, el 90kg-man (término felizmente acuñado por DF) se va a la vía. El problema es imaginarme arrojando al tío por la ventana. He de decir que seguramente lo haría, pero no puedo asegurarlo al 100%.

Pregunta nº2: en esta pregunta, de entrada habría dicho que cortaría la cuerda. Mi amigo ya está condenado, así que es absurdo que yo vaya detrás. No obstante, algunas experiencias me aseguran que no sería capaz. No he llegado a vivir una situación como la de huelladeperro, en la que mi amigo dependía de mí. Pero sí que he puesto en peligro mi vida (y en la montaña, además) por gente que no significaba prácticamente nada para mí, que acababa de conocer, y por la que no tendría que haberlo hecho. Así que he de decir que, mal que me pese, no creo que fuese capaz. Hablaría con él largo y tendido, todo el tiempo que pudiese aguantar. Trataría de recordar buenos momentos, echar unas risas, y llegado el momento, se acabó lo que se daba.

Pregunta nº3
: Aquí la respuesta la tengo clara. No.

No soy capaz, sin embargo, de ver una diferencia entre la pregunta 1 y la 3. Huelladeperro propone que nos cuesta decidir en la primera porque nosotros vamos en el tren, e incoscientemente nos sentimos responsables de la muerte de los operarios. No estoy seguro de que sea así, aunque tiene sentido. Sin embargo, siendo médico, también debería intentar salvar cuantas más vidas mejor, y no me planteo extraer los órganos de alguien sano.

Precisamente por eso hice esta tanda de preguntas. Cuando, hace mucho tiempo (en un galaxia muy lejana) me dió por empezar un blog, planteé mi "problema" con la moral y el altruísmo(que como habréis podido comprobar, hoy por hoy no he conseguido recolver). Publiqué entradas sobre la bondad, los experimentos de Milgram (no apto para humanistas convencidos), el experimento de la prisión de Standford (otra del estilo), y sobre como se puede hacer sentir mal a unos pobres monos por comer unos apetitosos plátanos. Leyendo información para escribir estas entradas, encontré un estudio psicológico (que por cierto han eliminado de la página en la que lo leí) que planteaba preguntas de este estilo. Hace poco recordé más o menos cómo estaban formuladas, y traté de reproducirlas más o menos, al igual que el problema de "dos preguntas iguales con dos respuestas que en principio son diferentes". Y el resultado, pues lo tenéis a la vista.

He conseguido encontrar un artículo donde se plantean las preguntas originales, por si alguien quiere echarle un ojo.

A la vista de los exámenes que se acercan implacablemente, es probable que durante un tiempo el número de actualizaciones disminuya notablemente (aunque no garantizo nada, ya se sabe que cuando no se tiene tiempo es cuando más necesitamos perderlo...).
No obstante, gracias a todos por la enorme participación en el "proyecto trampa" ;)

domingo, 23 de agosto de 2009

La pregunta del millón

Bueno, pues se acabó la tanda de preguntas. Así que me toca confesar algo:

Lo cierto es que os he engañado un pelín en lo que al "objetivo" de estas preguntas se refiere.

El quid de la cuestión estaba en la primera y la tercera pregunta. La segunda, a parte de para despistar un pelín, sirve para demostrar (siempre desde una posición totalmente hipotética, así que demuestra más bien poco, pero bueno) que el instinto de supervivencia es capaz, cuando menos, de poner en jaque altruísmos y demás. Pero la verdad, me habéis salido más humanistas de lo que esperaba. Aquí nadie mata a nadie (a excepción de un par de nuevos psicópatas que me he alegrado de "descubrir", luego os llamo chicos ;) )

Pero a lo que íbamos (Buenas Noticias, aquí tienes tu explicación ;) )

A pesar de que muchos habéis argumentado que no tenéis capacidad de decisión en la primera y tercera pregunta, todos habéis coincidido en que la pregunta de los donantes era casi absurda. Sin embargo, con la primera no lo teníais tan claro. Incluso ha habido gente como Espérame en Siberia o John Oliver que han respondido que matarían al pasajero de más de 90kg, pero que obviamente no sacarían los órganos de la persona en la sala de espera. Bien.

Ahora la pregunta es...¿cuál es la diferencia entre ambas?¿Por qué la primera nos cuesta plantearla, y podemos dudar incluso durante un periodo relativamente largo, y en la tercera lo tenemos tan claro? Analizar ambas preguntas y ambos resultados...¿no son iguales?

sábado, 22 de agosto de 2009

Pregunta nº3

Aquí va la siguiente:

Eres médico en un hospital, trabajas en un turno de noche, y debido a un accidente de coche te llegan cinco pacientes malheridos. Dos de ellos necesitan un trasplante de riñón, otro de pulmón, otro de corazón, y otro de hígado. En la sala de espera hay un paciente que está esperando porque se ha roto un dedo. Los cinco recién llegados no aguantarían suficiente tiempo como para recibir un trasplante de un donante externo. ¿Mataríais al hombre que se encuentra en la sala de espera para poder trasplantar sus órganos a los pacientes del accidente?

(Sí, lo sé. Otra vez matando gente. Pero eh...¿quién más os permite hacer esto sin ir a la cárcel?)

jueves, 20 de agosto de 2009

Pregunta nº2

Esta vez voy a plantear una pregunta que se ha dado en algunas ocasiones. Como algunos sabréis, cuando se hace alpinismo o escalada se suele ir atado a un compañero, para que si uno de los dos resbala, no caiga directamente. El problema es que plantea situaciones peliagudas:

Te encuentras escalando una montaña con tu mejor amigo cuando una roca se desprende y tu amigo se precipita al vacío, arrastrándote a ti detrás. Antes de caer los dos, consigues agarrarte como buenamente puedes a una roca prácticamente al borde, pero tu amigo queda colgando de la cuerda. Eres el único que lleva un cuchillo encima. Puedes cortar la cuerda, pero conderías a tu amigo a una muerte segura. Si no, puedes mantenerte, pero no conseguirás subir su peso tal y como estáis colocados. ¿Cortas la cuerda?

De nuevo, seguramente sea imposible determinar la actuación de cada uno en esa situación, y tampoco lo pretendo. Sólo quiero saber qué haríais, hipotéticamente, si os ocurriese algo parecido.

sábado, 15 de agosto de 2009

Pregunta nº1

Visto el follón que se montó con la última entrada, se me ha ocurrido que podía utilziar el blog para plantearos una serie preguntas (no tienen nada que ver con el tema anteror), a ver qué sale. Me gustaría que me dieses una respuesta de sí o no, y si os veis capaces, también el por qué. Y sobre todo, me gustaría que si vais a contestar a las preguntas intentéis que lo que habéis respondido en una pregunta no afecte a las demás respuestas. De todos modos, algo me dice que no habrá mucha gente que responda, por lo que pueda pasar :P
Bien, allá vamos.

Viajas en un tren con otros pasajeros cuando de pronto los frenos del aparato fallan, y el maquinista os comunica que, por el rozamiento con las vías, el tren tardará unos tres kilómetros en parar. El problema es que la estación en la que terminaba el trayecto está a tan sólo un kilómetro, y un poco más allá se encuentran cinco operarios arreglando la vía. Si el tren no se frena, los operarios no tendrán opción de escapar y serán atropellados. Sin embargo, el conductor también os dice que si se arrojase a una persona de unos 90kg hacia delante, sería posible frenar el tren a tiempo. En el tren hay un pasajero que pesa más de 90kg, el resto tienen un peso inferior, por lo que para frenar el tren habría que arrojar a dos personas (presumiblemente con un sorteo). Bien, ¿arrojarías a la persona de más de 90kg a la vía?
Edito:
Como dicen en el primer cometario, sí, hay otras opciones. Pero dar con ellas y luego prepararlas llevaría demasiado tiempo, y los operarios morirían de todos modos. (Ea, que se me escaquean los lectores :P)
Edito2: como ha habido un par de malos entendidos, quiero que quede claro que EL TREN NO ESTÁ EN PELIGRO EN NINGÚN MOMENTO. Tú no mueres en ninguno de los casos, así que el insitnto de supervivencia no influye.

(Sé que los datos y el problema son un tanto irreales, pero lo interesante aquí es el hecho de salvar a cinco personas a costa de una o no hacerlo)

viernes, 14 de agosto de 2009

(In)determinados

Este post nace realmente de una conversación que tuve con mi padre. A partir de ella, y de darle vueltas, le comenté el tema a un amigo mío, y salieron aun más cosas. A ver qué me decís.

(Me vais a perdonar, pero de nuevo necesitamos suponer la "no existencia" de ninguna fuerza superior, Dios, o spaghetti gigante. Sólo nosotros)

Imaginemos una situación en la que alguien tiene que elegir entre A y B, y elige A. ¿Es cierto que el sujeto pudiese elegir entre A y B? Si alguien elige A es simplemente porque todo lo que ha vivido hasta ese día le ha llevado a ello. Es decir, cualquier persona idéntica a él (un doble) en su misma situación en el mismo momento habría elegido A, ya que el único factor que actúa sobre la elección es la experiencia. Por lo tanto, el individuo estaba "obligado" a elegir A, es falso que B fuese una opción real.

Yo, como embrión de físico, pensé en lo mío. Los pensamientos son, a fin de cuentas, corrientes en el cerebro. Es decir, electrones moviéndose (los electrones son "bolitas" con carga eléctrica negativa). Y por lo tanto, susceptibles del principio de indeterminación. (INCISO: para quién no lo sepa, el principio de indeterminación de Heisenberg dice algo así como que para partículas (cosas muy pequeñas) no podemos decir exactamente dónde están, sino la probabilidad de que la encontremos en un sitio. Vamos, que no puedes afirmar: el electrón está aquí. Es más bien: casi seguro que está por aquí). Esto se traduce en que no puede saberse "exactamente" por dónde va a ir cada electrón, y entonces la misma persona en el mismo momento podría decidir de forma diferente, dependiendo de por dónde le dé la gana correr al susodicho electrón. Claro, que la influencia que puede tener en una corriente cerebral un electrón más o menos...no sé yo (el principio de indeterminación hace las cosas un pelín más "borrosas", pero no lo vuelve todo caótico e inexacto).

Así que, suponiendo que este último párrafo no influye, me gustaría saber qué opináis al respecto. ¿Sómos libres? ¿O realmente es sólo una "ilusión"?Y...si es sólo una ilusión...¿Realmente importa?¿Queremos ser libres, o la ilusión de libertad?¿O importa una mierda?

(Espero que nadie me tire piedras por la calle después de esto...)

Edito:El intercambio de comentarios con Barbija me ha dado una idea, por si no queda claro del todo. La mejor manera de verlo:
Eliges A porque te apetece A.
¿Puedes elegir que te apetezca B?

jueves, 13 de agosto de 2009

A buen entendedor, patada en los cojones.

Esta mañana me siento generoso (y con razón, he dormido tres horas de más y no he estudiado ni una todavía) así que voy a revelaros una de las fuentes de sabiduría más infalibles que he encontrado a lo largo de toda una vida de búsqueda (eh, dejad de reíros.)

Bien, algunos ya conoceréis este increíble secreto. A otros se lo he comentado antes. Pero es algo de lo que no deberíamos cansarnos nunca, ya que puede ser decisivo en el momento crítico. No caigamos en el error de menospreciar semejante joya.

El asunto es el siguiente: imagino que a nadie se le ocurrirá negar la importancia de la sabiduría popular en todas sus formas. Todos hemos escuchado a algún anciano murmullar refranes (antes, debían de ponerlos en la parte de atrás de las cajas de cereales, porque si no no me lo explico).Y piensas...si la gente mayor sabe tantos refranes, será que los refranes ayudan a llegar a viejo (o no, pero más vale prevenir que curar (¿lo veis?¿lo veis?)). El problema es que para recordar tantas y tantas toneladas de sabiduría, necesitamos una buena memoria, y no siempre es el caso, así que pueden darse situaciones en las que no sabemos terminar uno. He aquí la solución.

El 99% de los refranes pueden acabarse con "patada en los cojones"

¿No me creéis? Pues os pongo unos ejemplos para demostrarlo:


- A caballo regalado, patada en los cojones (Una lección de historia. Ya sabemos cómo surgieron las carreras de caballos)

- Perro ladrador, patada en los cojones (Eso, dale ahí. Para que ladre por algo)

- Más vale pájaro en mano que patada en los cojones (Es muy importante desarrollar la capacidad de decisión desde pequeños)

- Mas vale maña que patada en los cojones (Y reafirmamos lo aprendido)

- A quién madruga, patada en los cojones (¿Pero a dónde vas a las 6 de la mañana, imbécil?¡Vuélvete a la cama!)

- En casa del herrero, patada en los cojones (¿Qué pasa? Todo el mundo tiene derecho a tener un mal día)

- Por Abril, patada en los cojones (Este me encanta. ¿Cuál es su significado? Doce meses son demasiados. Quitamos uno de los laborables, y listo)

- Cuando el grajo vuela bajo, patada en los cojones (Impulsando la curiosidad por la ciencia. Todo el mundo atento a ver cómo es un grajo para salir corriendo si le ven a menos de 10 metros del suelo. Y nació la ornitología)

- Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, patada en los cojones (esta va por Barbija y todas las mujeres probarbas)

- Quién juega con fuego, patada en los cojones (¡Que te he dicho que no me gastes el puto mechero!)

Como veis, tenemos en nuestras manos una herramienta útil y definitiva, y hemos de aprovecharla.


Y así podríamos seguir durante eones. Os dejo una página para que sigáis filosofando, y si encontráis algo interesante, por favor, no dejéis de compartir la sabiduría con el resto.

lunes, 10 de agosto de 2009

Donde caben dos NO caben tres o los de Ikea no saben matemáticas

Calculo que a estas alturas, un 90% de la población española habrá visto/oído la campaña publicitaria de IKEA y su canción "Dónde caben dos caben tres". Bien, estudiar físicas te permite dos cosas:

a) Hablar de cosas frikis.
b) Saber cuando una campaña publicitaria de este estilo miente.

Vamos a utilizar un método matemático llamado "inducción", mezclado con un poco de sentido común, para demostrar que esto no es verdad. Pero que no se asuste nadie. De ciencias o de letras, la explicación es muy sencilla.

El método de inducción consiste en, para demostrar algo de forma general, demostrarlo primero para un caso concreto. Después, se supone que es cierto para el caso n (n es un número cualquiera) y se demuestra que se cumple el caso n+1. Así queda demostrado que se verifica para cualquier caso.

Esto puede parecer un poco complicado, pero veréis como con el ejemplo lo entendéis muy fácilmente.

1) Ikea nos dice donde caben dos, caben tres. Es decir, 2=3.

2) Ahora, para un caso general. Supongamos que se cumple para el caso n, donde como dije antes, n es cualquier número. Es decir, suponemos n-1=n . Ahora, queremos demostrar que n=n+1.

n= (n-1)+1

Hasta aquí, todo normal, ¿No?. Bien. Pues ahora utilizamos que n-1=n. Y entonces

n= (n-1)+1 = (aquí lo utilizamos) = n+1

Luego n=n+1

Con esto queda demostrado que n=n+1, según Ikea.

Es decir, 1=2=3=4=...=Todos los habitantes del planeta.

Y no sé vosotros, pero en mi casa no cabéis todos (tengo problemas hasta para esconder un par de cádaveres...). Imagináos darles de comer.

Esto tiene dos interpretaciones: o los de Ikea no saben de matemáticas (porque 1=2=3=... no sé, algo falla) o tienen casas muy grandes. Que también puede ser, ya que 1€=2€=....=varios millones. Si alguna vez tengo que comprar algo allí, creo que con 20 céntimos iré sobrado.

Independientemente de que sepan o no de matemáticas, no se puede negar que se lo han montado bien, porque...¿quién ha conseguido librarse la maldita canción?

Llovía.

Esa tarde llovía un poco más lento que de costumbre, pero daba la impresión de que era precisamente la lluvia la que ralentizaba el tiempo, como si todo fuese ligeramente más despacio bajo aquellas gotas. O tal vez fuese la apatía que había enraizado profundamente en sus poros y parecía haber decidido quedarse allí para siempre. Exhaló el humo del cigarro haciendo un gran esfuerzo, sintiendo que respirar era simplemente un capricho. El teléfono sonó por enésima vez, y de nuevo decidió ignorarlo. Sintió algo moverse a su lado en la cama, pero al girarse, recordó que allí no había nadie. Y apagó el cigarro, y volvió a dormirse.

sábado, 8 de agosto de 2009

Buena embaucadora.

Aquella noche la luna salió conspiradora,
con las ideas traviesas tras la cara oculta.
Y como buena mujer, buena embaucadora,
supo perderme donde debía.

Me prestó su sombra para cobijarme,
y al amparo del ron,
y la niebla de los bares,
vi tu verde entre blancos y negros.

Como buena mujer, buena embaucadora,
me ganaste con trampas sutilmente descaradas.
Y me dejé hacer cosquillas, queriendo,
en una costilla flotante que flotaba un poco de más.

Te diré que te delató la luna con su media sonrisa,
pero me dió igual.
Porque entre tan tierna piel de hada
nunca se hace demasiado tarde.

viernes, 7 de agosto de 2009

Figuras geométricas.

El miedo de no poder dibujar un círculo perfecto
debería afectarnos a todos por igual.
Estoy seguro de que así,
la insoportable levedad del ser sería más llevadera.

Pero, como el corazón,
ninguno latimos razonablemente.
Y las corrientes empujan más a alguno que otro,
y el resto tan autocuadriculados.

Qué quieres que te diga.
Me imagino que no puedo culparte
de que a estas alturas,
todavía haya tanto tonto tan lejos del tanatorio.

jueves, 6 de agosto de 2009

En la trinchera.

Piensa si tendrás a dónde ir
cuando derriben el arco iris.
Cuando apaguen las luces
y se espinen los caminos.
Cuando se tapien las salidas.
Si estarás solo en una trinchera,
o en una jaula con tu nombre.

Esta guerra será larga.
Quédate llorando en el maldito rincón de cada noche si quieres.
Pero mientras, déjame afilar el cuchillo.
Al menos a mí no me cogerán vivo.


(Si váis a escuchar el vídeo, poned los altavoces a un volumen más que considerable. Si no, no merece la pena.)

martes, 4 de agosto de 2009

Verdades como puños (en tu cara)


Hoy he salido a correr como parte de mi sesión "matar gente te lleva a la cárcel si no tienes un horno muy grande donde quemar cadáveres", y he liberado casi toda la tensión de la que necesitaba librarme. Casi.

Así que he llegado aquí, me he puesto a hacer bloggozapping y me he encontrado con un par de blogs que han hecho que vea clarísimo como terminar de liberar tensiones hoy.

Porque, la verdad, estoy harto de las "niñas Amelie". Ojo, con "niñas Amelie" no me refiero únicamente a especímenes de sexo femenino, sino a un individuo/a que llena su vida de "Sin ti, las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las emociones pasadas" o que saben "disfrutar de las pequeñas cosas", y van con un puñado de lentejas en el bolsillo para poder meter la mano siempre. He llegado a encontrar gente con fotos con una cuchara, imitándo la escena de la película.

Bien, diré que no tengo nada en contra de la gente que ES como Amelie. Conozco algunas personas que son así, y punto. Les sale sin pensar, no aparentan nada. De hecho, me parece una auténtica suerte poder sentir de semejante manera.

Sin embargo, hay otras personas que llenan su vida de estrellitas, flores, dedales, se hacen fotos con fresas en los dedos, y demás ameliadas, ponen las frases anteriormente citadas hasta en el papel higiénico, y por supuesto, lo más emocionante que han vivido es haber plantado un garbanzo en un yogur. En la guardería.

¿Por qué la gente tiende a pensar "lo bueno mola" y "lo malo no mola nada", "El bien es mejor que el mal", "la inocencia y la honestidad son mejores que la mentira", y semejantes estupideces? ¿Acaso no tienen exactamente el mismo valor? Hace poco leí Demian, de Hermann Hesse, y planteaba el mismo problema. De hecho hablaba del rechazo hacia lo "sucio", hacia ese mundo oscuro que tanto nos llama pero que evitamos a toda costa. dios es el bueno, y Satán el malo. Pero lo bueno necesita a lo malo para ser "lo bueno". Hesse hablaba de un Dios, llamado Abraxas, que reúne ambas condiciones, en el que se adora tanto la parte "luminosa" como la "oscura".

No consigo entender como existe gente capaz de simular una vida sin odio, sin impulsos, sin pulsiones o sin malicia, sin ningún tipo de envidia o tristezas. Y tan orgullosamente.

Qué queréis que os diga. Creo que sin mis cambios de humor, sin mis odios o mis momentos oscuros, no podría disfrutar de lo límpido y tranquilo, de lo bueno. Y además, me perdería la mitad de la vida. O incluso más.

¿Quieres disfrutar de los pequeños detalles? Ven, que tengo un saco de perdigones enterito para ti.

Parte médico.

Explícame estas escarpias.
Estos temblores.
Cada punzada.
Cada bombeo.
Tanta mariposa.
Tanto vacío.
Estos gritos,
tan al fondo.
Desentráñame las entrañas.
Cuéntame los dolores.
Y por qué me arrastran las corrientes.
Y de dónde sale semejante locura.
Y el desgarro de intenciones.
Y aquel suspiro en Mi menor.
Y el arañazo en el hombro.
Y el arañazo en el corazón.

Justifícame estas constantes vitales.
Y recuérdame que no es lo mismo no morir,
que seguir viviendo.

viernes, 31 de julio de 2009

Muerte de un relato común

(He decidido terminar el relato común. La participación ha ido escaseando cada vez más hasta quedar el asunto totalmente congelado, supongo que debido a vacaciones u ocupaciones varias de los participantes. Y de paso, recupero el blog, que está bastante abandonado. Espero hacer honor a vuestro esfuerzo con este final. ¡Gracias a todos los que habéis participado!)

(Novena parte aquí)

Al salir, Gabriel se retiró ligeramente para dejar entrar a alguien en quien no se fijó demasiado, sumido como estaba en sus extraños pensamientos. No fue así con la mayoría de los clientes del bar, que se giraron de inmediatopara observar la nueva figura. Llevaba un traje blanco perfectamente planchado, con un sombrero del mismo color, y una pajarita negra en el cuello de una camisa de seda, también blanca. Además, lucía unos exquisitos zapatos de cocodrilo y un maletín negro de cuero. El silencio se adueñó del local, roto únicamente por un par de conversaciones de quienes no conocían al recién llegado.

El caballero de blanco se dirigió directamente a la barra, con la mirada oculta tras su sombrero. Ninguno de los que dirigieron su atención hacia él se sorprendió de su manera de andar, ya la habían visto antes; sin embargo, el efecto era el de siempre. Parecía como si fuese el resto del mundo el que se movía, mientras él se mantenía ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.

- Buenas tardes, Miguel – dijo suavemente dirigiéndose al anciano tras la barra, esgrimiendo una sonrisa. Aquella era, con seguridad, la voz más perfecta que había existido nunca

- Luz…Luzbel.- dijo sin conseguir evitar una pequeña inflexión en su tono. – No eres bienvenido.

El caballero de blanco dejó que su sonrisa creciese ligeramente, mientras se retiraba con delicadeza el sombrero mostrando unos ojos de un azul intenso, de esos que ocultan algo pero nunca se alcanza a saber qué. Su pelo bien rasurado y sus facciones suaves contribuían a darle un aspecto andrógino y hermoso. Nadie le habría echado más de veinte años. Despacio, dejó el maletín en el suelo y se sentó en un taburete. Sacó un cigarrillo y lo encendió despacio, observando la llama como quien ve el fuego por primera vez.

- Para variar. Ponme lo mismo de la última vez.

- Eso fue hace seiscientos veinticuatro años, Luzbel.

- Y tres meses y quince días. Pero seguro que recuerdas lo que pedí.

- Por supuesto.

Miguel se retiró un momento, agarrando un vaso ancho por el camino y perdiéndose en la oscuridad del pequeño cuarto donde guardaban las bebidas.

El desconcierto de todos era evidente. Las miradas iban y venían, curiosas, y eran retiradas rápidamente cuando el observado hacía el más mínimo amago de movimiento.

- Tú.

Luzbel se giró despacio.

- Vaya, Raphael. Cuánto tiempo.

Ante él, el camarero se erguía como una estatua, con una majestuosidad que habría impresionado a cualquiera. Menos al mismo diablo, por supuesto.

- Tú…maldito hijo de…

- ¿Dios?- el sutil atisbo de ironía fue acompañado con una sonrisa.

- Serás…

- Cuidado, chico. No quieres que me enfade. – en un momento y sin ningún cambio aparente, el azul de los ojos de Luzbel brillaba con una fuerza descomunal, eterna.

- Raphael – llamó Miguel detrás de la barra.- Ya es suficiente.

El camarero se giró y volvió a sus quehaceres, temblando imperceptiblemente de odio y miedo.

- Aquí tienes – dijo Miguel, extendiéndole el vaso que había recogido relleno de un líquido de un púrpura bastante curioso. Luzbel se llevó el vaso a la boca, tragó con suavidad, y emitió un sonido de placer.

- Hacía tanto que no probaba el néctar de maná…

- ¿Qué ocurre? ¿En tus tierras no tenéis de esto? – el arcángel sonrió, tratando de devolverle la ironía a su cliente.

- En mi tierra están todos trabajando, Miguel.

El silencio se adueñó de la situación por unos instantes.

- ¿A qué has venido?

- Podría decirse que a despedirme.- dijo Luzbel. Con calma, volvió a beber despacio, tratando de obtener el máximo placer de cada trago. – Imagino que vuestro “jefe” os contaría como funciona el juego hace tiempo. O eso espero.

- Sí. Conozco las reglas. No interferir, y esas cosas…

- Bueno, pues tú y tus amigos conocéis las reglas, pero hoy, a excepción de un servidor, esas reglas no las respeta ni Dios, valga la redundancia. Así que he decidido cambiarlas.

La expresión de Miguel dejaba entrever una pequeñísima turbación, como aquel que habla con alguien de quien sabe seguro que no puede fiarse.

- No sé que te propones, pero he de recordarte que ya te derroté una vez, y volveré a hacerlo si es necesario.

- Mucho me temo, mi querido amigo, que esta vez no va a ser posible. – agarró el vaso, y apuró lo poco que quedaba en él. – Ha sido un verdadero placer, Miguel. Cuídate, allí donde quiera que vaya a mandarte.

Volvió a incorporarse, guiñó un ojo al anciano, y dejó sobre la mesa un billete de quinientos euros.

- Invita la casa – se apresuró a decir Miguel.

- Ni hablar. Por nada de mundo dejaría que me invitase la Casa del Señor. Quédate con el cambio. Adiós.

Y tras apagar la colilla en uno de los ceniceros de cristal, se dio la vuelta y salió del local.

En cuanto hubo salido, un murmullo llenó el vacío que todos habían sentido durante su presencia. Empezaron de nuevo las conversaciones, esta vez todas sobre el mismo tema y llenas de preguntas y tonos nerviosos. Raphael aprovechó para reunirse con Miguel.

- Esa maldita serpiente… ¿qué quería?

- Por lo visto…despedirse… - Miguel contestó pensativo, sin entender del todo lo que acababa de pasar.

- Pues se ha dejado el maletín – apuntó Raphael, recogiéndolo del suelo. – Y bien…- de nuevo el tono burlón apreció en su boca, ahora que podía volver a relajarse.- ¿qué crees que llevará el diablo en el maletín?

Miguel tardó un segundo en reaccionar, así que no pudo impedir que el otro arcángel sacase el contenido. Cayeron dos libros sobre la mesa, encuadernados en tapa negra también de cuero: El Anticristo, por Friedrich Nietzsche, y La Evolución de las Especies, de Charles Darwin.

- Dios mío…- alcanzó a musitar Miguel.

La explosión no hizo ningún ruido. Simplemente, un extraño fogonazo inundó el bar, dejándolo vacío a excepción de un par de humanos, que salieron corriendo de allí sin entender absolutamente nada. Nadie reparó en la nota que había caído al suelo “Se acabaron las trampas”. En tan sólo tres meses, aquel local se transformó en un Starbucks.

miércoles, 24 de junio de 2009

Relato común IX

(Octava parte aquí)

Escuchando a una pareja de jóvenes sentada al fondo del local y cuya risa iluminaba la atmósfera pasando por encima del ruido, me sumergí en mis pensamientos. Poco te importa el resto del mundo cuando descubres que vas a morir. Hoy me sorprendo a mí mismo sonriendo, a seis días de la tumba, sentado en la barra de una cafetería de poca monta y llenando mi alma de sorbos a un vaso de tubo empañado y medio vacío. En instantes como este, no obstante, la mente se ve repleta de reflexiones complejas e incoherentes sobre el verdadero sentido de la vida.

En el mundo en que vivimos, todos estamos numerados. El sistema te induce a formar parte de un colectivo de personas sin iniciativa, copias unas de otras. Hombres y mujeres dispersos que conversan en pequeños grupos, sin prisa por vivir, parapetados bajo la sombra de arces nudosos y que no parecen advertir tu presencia. Se te invita cortésmente a entrar en este rebaño de rostros idénticos a través de una educación mecánica, basada en conflictos bélicos y acontecimientos del pasado, y no proyectada hacia un futuro incierto y lleno de sorpresas; por lo que aprendemos a recordar lo que fuimos, y no a imaginar lo que podemos llegar a ser.

Siendo esto así, ¿para qué luchar por cumplir nuestros sueños? ¿Por qué no trabajar por vivir del fantasma del miedo a lo desconocido, el tedio y la monotonía…?

En este laberinto de días y experiencias, puedes optar por seguir el camino recto y lleno de baches que siguen todos esos clones en manada, o decidir, como decidí yo hace años, introducirte en la oscura y salvaje profundidad de un lago sin fondo, de manos de una mujer a la que llamas Confianza y apellidas Honestidad y Lealtad en uno mismo. La mujer sin la que no podrías vivir; la que contigo “verá el mundo”; la que te empujó con valentía al fondo de las tinieblas y te acompañó hasta el final, inducida por aquel Siempre-Niño que se niega a dejar de perseguir sus sueños y que llevarás dentro de ti durante el resto de tus días.

La incertidumbre que se siente al tomar la decisión correcta, al principio resulta asfixiante. Nadando sin rumbo fijo entre esa maraña verdosa de algas y tratando de aferrarte a una Confianza que de cada vez se aleja más de tus brazos, el arrepentimiento aparece cuando crees contemplar un pequeño rayo de luz a lo lejos que no sabes si llegarás a alcanzar antes de desfallecer. Una luz en la oscuridad. Una canción en medio del silencio. Nacer sin antes haber existido. Ser herido incontables veces pero no morir nunca. Lograr alcanzar tus propósitos es cuestión de esfuerzo y si eso pasa, las leyes del espacio y el tiempo dejan de formar parte de tu esquema vital. Como si volvieras a nacer.



Como si despertara de una pesadilla, volví de lo más profundo de mi ser. Me descubrí observando una de las mesas del fondo, aferradas al ventanal, y ocupada por una pareja de jóvenes adolescentes. No pude evitar recordarme a mí mismo en los ojos de aquel chico de pelo castaño y gabardina. Su pareja, una joven de aparentemente su misma edad, parecía feliz y sonriente mientras conversaban. En uno de esos juegos mentales sin sentido que todos tenemos pero de los que nunca le hablamos a los demás, bauticé al chaval con mi nombre… y a la chica la llamé Amina. Un nombre que siempre me llamó la atención, ya que precisamente significa confianza, honestidad y lealtad.


Sonriendo, me encaré a un viejo camarero que justo en frente de mí, desde el lado interior de la barra, se hacía servir de un paño blanco para secar los vasos y tazas goteantes que había en el fregadero. Era un hombre mayor, pero no fui capaz de precisar su edad. Tenía ya ciertas arrugas alrededor de sus ojos, los mismos que, sin embargo, parecían condensar la sabiduría de toda una eternidad, y aun así tenían ese brillo característico de la mirada de los jóvenes, llena de ideales y fuerza. Parecía ensimismado y a la expectativa de lo que pasaba en una de las mesas del fondo, aferradas al ventanal, y ocupada por mi ya fantasiosamente bautizada pareja de tortolitos.


En ese instante, un empleado algo más joven y de un marcado acento alemán al que oí que llamaban Raphael, se acercó a mi izquierda y, dejando sobre la barra una bandeja que contenía varios vasos vacíos y una tetera humeante, empezó a conversar con el viejo encargado en voz baja. Parecían envidiar la vitalidad de aquella pareja de soñadores. Interrumpí su caldeada charla y pedí la cuenta.


-Raphael, ¿cuánto es?...- pregunté- De acuerdo. Ah, por cierto, carga en mi cuenta lo que esté tomando aquella pareja de la mesa del fondo y… quédate con el cambio.- Dije, levantándome del taburete y depositando un billete en el bolsillo de su camisa.

-Nunca cambiarás, Gabriel… siempre serás como un niño. Espero que aproveches el tiempo que te queda… - dijo el viejo encargado, nostálgico, sonriente y ocupado en una de las últimas tazas húmedas que había en el fregadero.

Miré hacia la mesa del fondo. Sonreí.

-Ya me conoces… probablemente vaya a buscarla y le diga que la amo. Además, después de toda una vida basada en la lucha a favor de mis sueños, no me siento decepcionado. No me siento en deuda conmigo mismo ya que no he tirado mi existencia a la basura. Deberías probarlo, resulta excitante…- respondí guiñándole un ojo y dirigiéndome a la salida. – Hasta siempre, Miguel. –

Pero no respondió.


(Fragmento por John Oliver. Esta vez he permitido que se exceda el límite de palabras permitidas, ya que el autor ha hecho un esfuerzo por "unificar" un poco el jaleo predominante en el relato. Pediría que se intentase mantener ligeramente el hilo conductor, o será muy complicado poder continuar.)

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sábado, 20 de junio de 2009

Pooobre relato común

El relato común está abandonado, quién lo desabandonará, el desabandonador que lo desabandone buen desabandonador será.

Se abre la segunda vuelta. Podéis volver a escribir lo que ya hayáis escrito. A ver qué demonios hacéis con Gabriel.

miércoles, 17 de junio de 2009

Brainstorm de las 2:37 am

Una de esas entradas que no va a leerse nadie.

No sé qué me impulsa a escribir esto. No estoy de bajón, ni deprimido. Son las 2:30 de la mañana, debería estar durmiendo para preparar la larga jornada (otra más) de estudio atroz, inacabable, con conceptos inexistentes o inventados, para conseguir contestar a un número elevado de preguntas que va a hacerme un tío y juzgar si estoy o no aprobado. Unos y ceros. Puedo vaticinar que, si mi nota es una combinación de esos dos números, no será en el orden anterior. ¿Y qué?. Mi éxito depende de ello. O al menos eso veo en cualquier lugar al que miro. En los carteles publicitarios. En los coches que pasan por la calle. En los ojos de los vagabundos borrachos que se acercan a pedir tabaco. En las caras de las monedas, mirándome grave y solemnemente. En las aceras, en los panfletos, en las farolas, y en las bolsas de patatas fritas. El éxito. ¿Para qué lo quiero? Aunque realmente eso no importa. No sé para qué lo quiero, pero sé que lo quiero. ¿Pero qué es el éxito? ¿Un diez? ¿Estabilidad económica? ¿Ser feliz? ¿Ser irresisible? ¿Ser rico?. El diez no me sirve para nada: muy bien, tuviste un diez. O al menos eso dijo tu profesor, que puede estar tan equivocado como cualquier otro. La estabilidad económica no es posible. Puedo ganar toda la pasta del mundo, y al señor del banco no cuadrarle las cuentas, y ya la hemos jodido. La felicidad...un concepto precioso. Todo el mundo quiere ser feliz. ¿Cómo se hace?. ¿Qué es la felicidad para ti? Un estado pasajero que blablabla. Lo siento, déjate de definiciones teóricas, tú dime cómo se hace. ¿No sabes?. ¿Ser atractivo? Para tener muchas mujeres y ser muy feliz...¿no?. No no, espera...ser rico, para tener muchos yates y ser feliz. Y una mierda todo. También puedes probar con los nicks del messenger, una fuente de sabiduría infinita. O puedes probar con la tele, sí. Allí hay información de primera mano de gente exitosa, y venden productos para tener éxito. No falla, seguro. Bueno, seguro seguro...O no, ya sé, el amor. Entendido como una serie de reacciones químicas que suceden en tu cerebro sin tu permiso para asegurar que la especie se perpetue, claro. Pues explícaselo tú a Romeo ahora qué está en el cajón, que a mí me da la risa. Y mientras, todos haciendo como si nada. Tranquilos chicos, encontraremos la FELICIDAD. Y entonces habremos tenido EXITO. Y seremos IRRESISTIBLES, y RICOS. Y eso te lo dice el señor al que pagas para que te diga lo que tienes que hacer, y cómo hacerlo. La Tierra gira y punto, pero shhh. Si lo dices en alto, a la hoguera. Es mejor creer que hay que pagar para que siga girando, como una enorme máquina expendedora. Así, mientras gire, todos podemos seguir buscando la felicidad. Para eso nos educan en un sistema en el que el 90% de la gente llega a los 18 años sin tener ni idea de quién escribió el Quijote, o quienES eraN Ortega y Gasset. Y Confucio inventó la confusión. Eso sí, son todos superiores a ti. Tienen derecho a llevar sus malditos trastos musicales a toda leche en el metro, o en el bus, o por la calle. O a contarse en la biblioteca qué rico estaba el cocido de su madre. Y por lo tanto, tú tienes derecho a agarrar una palanca y ponerte a golpear sus cabezas contra la acera hasta que allí no quede más que una asqueroso conglomerado de masa cerebral y sangre, seguramente más útil ahora que antes. Claro, que lo anterior lo puedes solucionar pagando. Tú paga, y entonces te enseñaran la misma nada, pero será nada pagada. Y eso señores, ya es otra cosa. De todos modos no te preocupes, seguramente a ti no te toque eso. A ti te toca la otra parte, la de madrugar, la de perder el transporte público cuando hiela, la del baño con azulejos rotos. Al menos tienes espejo, puedes buscar la felicidad allí. Lástima de venda.

Acabaría, parafraseado al maestro, con un "perdón por la tristeza", pero no me parece apropiado mentir ahora. No lo siento en absoluto.

martes, 16 de junio de 2009

Relato común VIII

(Séptima parte aquí)

Daniel, bautizado Gabriel a los pocos días de nacer, había nacido en Belén. Cuando él era aún un niño de siete años huyeron de allí. A pesar de que era judío, sus padres no tenían ganas de ver cómo la gente se suicidaba con bombas pegadas a su cuerpo con el único objetivo de matar judíos. Habían huido a Moscú, donde pensaban que estarían seguros. Él apenas recordaba la tierra que le vio nacer, y no reaccionaba cuando alguien le llamaba por su nombre. Llevaba tantos años viviendo una mentira, que ya la identificaba como realidad.

Amina era una joven parisina. Nieta de inmigrantes marroquíes, su vida había sido relativamente sencilla. Mientras sus abuelos se mataron a trabajar en lo que pudieron, y sus padres tuvieron la suerte de contar con medios para poner un pequeño negocio de importación, ella estaba estudiando en la universidad. Se había decidido por traducción e interpretación, para echar una mano a aquellos que, como sus abuelos, necesitaban hacerse entender en una tierra extraña. Estaba en Moscú por algo mucho más mundano: un curso de idiomas.

Aquella mañana se habían encontrado en la puerta de aquella pequeña cafetería, y algo en el plan había fallado. No tenían que encontrarse aún. No hasta dentro de cuatro años, cuando Daniel acudiera a París y contratara los servicios de Amina como traductora.

Miguel observaba todo cuidadosamente, sin imaginarse en qué iba a derivar todo aquello. No le gustaba que se hubieran encontrado, esos accidentes debían estar previstos. ¿Quizás tenía un topo dentro? ¿Quién podía ser? ¿Gabriel había vuelto a cambiar el curso de la historia sin saberlo? Que Daniel y Amina se encontraran en Moscú era un riesgo calculado. Incluso previsto. Lo que no era un riesgo previsto era aquel brillo en los ojos de los jóvenes. No se reconocían. No podían saber que casi veinte años antes habían sido enviados en el mismo momento a la historia. Pero algo magnético fluía entre ellos.

Daniel invitó a Amina a sentarse con él. Pidieron un te verde con menta y charlaron distendidamente durante varias horas. El camarero, un hombre con un fuerte acento alemán, les rellenó la tetera un par de veces mientras Miguel se desesperaba contemplando la escena. No podía haber errado tanto. En cambio lo había hecho: en los ojos de Daniel y Amina brillaba algo muy distinto de la desconfianza.


(Fragmento por Min)

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lunes, 15 de junio de 2009

Alabadme

Damas y caballeros, es oficial.

HE HECHO LLOVER.

Que llueva

Que llueva de una vez.
Que llueva a cántaros, a cubos.
A neveras. A camiones.
Que llueva a mares.
Que llueva por dentro,
en las habitaciones.
Que llueva hasta debajo del agua.




The Cult
Rain


Hot sticky scenes, you know what I mean
Like a desert sun that burns my skin
I've been waiting for her for so long
Open the sky and let her come down
Here comes the rain
Here comes the rain
Here she comes again
Here comes the rain
Hot sticky scenes, you know what I mean
Like a desert sun that burns my skin
I've been waiting for her for so long
Open the sky and let her come down
Here comes the rain
Here comes the rain
Here she comes again
Here comes the rain
I love the rain
I love the rain
Here she comes again
Here comes the rain
Oh, rain
Rain
Rain
Oh, here comes the rain
I love the rain
Well, I love the rain
Here she comes again
I love the rain
Rain
Rain

domingo, 14 de junio de 2009

¡Toda la vida engañados! o "La verdad de la manguera"

Estaba yo estudiando la maravillosa dinámica de fluidos cuando tras dar unas cuantas vueltas al tema, he descubierto que nos han tenido toda la vida engañados.

¿Sabéis eso de que al poner el dedo en la manguera, el agua sale "con más presión"? Bueno, pues mentira todo.

Si suponemos el agua como un fluido homogeneo y un flujo incompresible y estacionario, podemos aplicar la ecuación de Bernouilli al sistema "manguera". Con estas condiciones, el flujo másico es constante. Al tapar parte de la salida de la manguera, reducimos la sección que atraviesa el fluido y, por lo tanto, la velocidad ha de aumentar para que el flujo másico permanezca constante. Con la citada ecuación de Bernouilli y lo obtenido anteriormente, deducimos que el agua a la salida tiene menos presión que dentro de la manguera.

Si esto os ha sonado como Punset comiendo magdalenas, aquí teneis la versión "explícamelo en cristiano":

El agua sale más rápido, pero con menos presión.


Y os preguntaréis (algunos), ¿a qué se debe esta entrada? Bien, pues se debe a que son las 5 de la mañana, se me van a salir los ojos de las cuencas de hacer el maldito formulario (que ni los de las Biblias escriben tan pequeño), y me parece que o Satán obra un milagro o esta asignatura no la apruebo ni de coña. Así que he decidido que, ya que no voy a aprobar, mi misión es culturizar a toda la humanidad. Ale, culturizados quedáis (más os vale).

Cualquier duda, a mi profesor de fluidos. Si me preguntáis a mí, os mataré lenta y dolorosamente.

sábado, 13 de junio de 2009

Relato común VII

(Sexta parte aquí)

La muchedumbre que se agolpaba frente al estanque calló de repente, atrayendo irremisiblemente la atención de Gabriel. El siempre-niño se había acercado al agua de la mano de BJ (así la había llamado Miguel). La joven contemplaba sombría el agua, oscurecida por las algas. Entonces el siempre-niño habló con una voz profunda, extrañamente diferente a la que había usado anteriormente.

-Ha llegado el día, por fin, en el que podremos volver a intervenir en el Curso. Que comience… la Tercera.

Tres otra vez. Aquel lugar le resultaba excesivamente enervante, por lo que se dio la vuelta y se marchó. O eso habría hecho si no hubiera visto cómo el siempre-niño arrojaba a BJ al agua, y ésta se sumergía dócilmente en la maraña verdosa. Un poderoso estruendo proveniente de los altavoces lo sacó de su ensimismamiento, activando algún extraño mecanismo en su interior. Instintivamente corrió hasta la laguna y se zambulló sin pensarlo dos veces.

“Qué extraño” fue lo primero que pensó una vez se sumergió por completo. No era agua lo que le rodeaba, ni algas. De hecho, no sabía en qué estaba nadando, pero bajo sus pies había una luz brillante. La típica (y absurda) frase apareció en su cabeza. “Ve hacia la luz.” Le gustaría haber reído, pero se dio cuenta, sorprendido, de que había olvidado cómo reír. Cuanto más se acercaba a la luz, más notaba que le faltaba el aire. No podía respirar. Le dolía la cabeza, le dolían los brazos, las piernas, el torso. Se arrepintió de haberse lanzado a ayudar a la tal BJ (a quien no conocía de nada).

La luz lo cegó en ese instante, y percibió un enfermizo olor a aire esterilizado, mezclado con el amargo aroma de la sangre fresca. Segundos después notó un golpe seco en las nalgas y comenzó a berrear. Aquellos gritos le resultaban increíblemente agradables, liberadores. Sin que el recién nacido (por vigésimo séptima vez) se percatase, Rafael sonrió desde el otro lado de un cristal. Minutos antes, en un antiguo hospital afgano, renacía también la pequeña BJ. Era 21 de enero de 2001, y G. W. Bush acababa de ser elegido presidente de Estados Unidos. Nadie preveía las magnitudes del conflicto que se gestaría a partir de aquella fecha. La preparación de la Tercera había comenzado.



En una pequeña cafetería moscovita de 2019, Daniel y Aminah, como se llamaban ahora, se saludaron como si fuera la primera vez que se veían.

(Fragmento por David Frost)

(Como me cierren el blog por planear lo que creo que es la tercera guerra mundial voy a tener que mataros a todos)

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viernes, 12 de junio de 2009

Relato común VI

(Quinta parte aquí)

Seguía mirando ensimismado a la multitud mientras intentaba recordar dónde había oído esa canción que ahora no podía quitarse de la cabeza cuando una voz le sobresaltó:

- Veo que por fin has despertado.

Era un hombre mayor, eso estaba claro, pero Gabriel no era capaz de precisar su edad. Su voz era grave, y tenía ya ciertas arrugas alrededor de los ojos. Sin embargo, su mirada era lo más desconcertante, parecía condensar la sabiduría de toda una eternidad, y aun así tenía ese brillo característico de la mirada de los jóvenes, llena de ideales y fuerza.

- Eso parece. ¿Se puede saber qué es este lugar?

- Jajaja. Por lo visto todavía no has recuperado toda la memoria. El shock ha debido ser grande. Poco a poco irás recordando más cosas.

- El número tres, toda esta gente… ¿Qué tengo yo que ver con todo esto?

- Igual de impaciente que siempre…

Ambos se quedaron callados mirándose el uno al otro. Gabriel creyó apreciar por un momento un rastro de ¿cariño? en la mirada del hombre. No estaba seguro, no duró más de un momento.

Tras esta breve conversación, el hombre se sintió satisfecho por lo que se dio media vuelta e hizo intención de introducirse en la casa.

- Un momento. Dime al menos quién eres tú.

- ¿Tampoco recuerdas eso? ¿No me recuerdas? Hijo, yo te cree. Todo lo que eres, lo eres gracias a mí. Ya era hora de que el hijo pródigo volviera al hogar ¿no? Ahora deberías descansar. Nos esperan unos días duros por delante y tú, al igual que BJ – dijo señalando a la mujer que el niño acababa de presentar a la pequeña multitud - eres fundamental. Y… Miguel, mi nombre es Miguel. Si necesitas algo, pregunta por mí.

Riéndose, Miguel entró en la casa, que bullía de energía, como si algo muy importante estuviera a punto de ocurrir.

(Fragmento por Esther)

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jueves, 11 de junio de 2009

Relato común V

(Cuarta parte aquí)

Pero las voces tras la puerta estaban equivocadas. Aunque el dolor de cabeza se alejaba como una motocicleta en un largo túnel lo cierto es que su saliva tenía un desagradable sabor eléctrico, los dedos se le agitaban con diminutos espasmos y sentía en las rodillas ese frescor monstruoso que conocía bien.


Cruzó las manos tras la cabeza y observó el techo. Aunque el fresco entraba por un enorme ventanal entreabierto, su cuerpo desnudo sobre el camastro solo estaba cubierto por una diminuta etiqueta en el pulgar del pie derecho, como las de las morgues. La examinó; numero tres. Revolvió la ropa de cama, los cajones de la cómoda, el inmenso jarrón de tulipas junto al ventanal... nada.


Las puertas se abrían con facilidad. Una, dos, tres... no sabía a dónde iba pero enseguida estaba en el jardín ¿o debería decir el parque? dos docenas de hombres y mujeres dispersos conversaban en pequeños grupos, sin prisa, parapetados bajo la sombra de arces nudosos. No parecieron advertir su presencia. Por alguna extraña razón una canción le vino a la cabeza “si me anudas margaritas...” la había cantado en algo muy parecido a la infancia. ¿La suya? No lo sabía con certeza. Tal vez fuera en la infancia de otro.Tal vez en la infancia del mundo todos fueran niños. Aquel pensamiento le reconfortó.


Lentamente, aquí y allá unos diminutos altavoces se alzaron del césped. Sonó música de cámara. Sin sobresalto, aquellos hombres y mujeres interrumpieron sus conversaciones y tomaron una pendiente que llevaba a la parte del parque hasta ahora oculta. Manteniendo la distancia los siguió.


Allí abajo la pequeña multitud rodeó un estanque atiborrado de algas, sombrío tras la ladera. De una diminuta abertura en la piedra salieron una mujer y un niñó, que de la mano avanzaron por el caminito de piedras hasta un islote diminuto en el centro del estanque. “El siempre-niño” pensó. ¿tendría algo que ver con la canción? Entre el gentío no había ni un ápice de solemnidad, pero todos estaban atentos, entre impacientes y divertidos.


-Esta es vuestra hermana, -dijo el siempre-niño- Pero a diferencia de vuestras otras hermanas, ésta verá el mundo.- La pequeña multitud, risueña, empezó a silvar. A Gabriel las palabras se le iban de los dientes; “si me anudas margaritas... harás mi casa bella aunque nadie viva en ella”

(Fragmento por Herr Director)

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(Por cierto, estáis todos como cabras).

Relato común IV

(Tercera parte aquí)

- ¿Ahora lo recuerdas? -dijo el que compartía su rostro, al ver cómo Gabriel perdía el color. Y sonrió.
- P-pero...
- Tengo entendido que todas las veces han sido iguales -alargó una mano y le tocó la rodilla, suavemente, intentando reconfortarle-. Tantos molestias para escapar otra vez, y al final un horrible dolor y vuelves de nuevo a recordar. Como siempre.
La mente de Gabriel sintió cómo unas barreras autoimpuestas se abrían, revelando lo que allí moraba. Vio cómo golpeaba el pedernal hasta formar un filo mientras acribillaba japoneses a los mandos de su Wildcat. Hundió su gladio en las entrañas de un guerrero celta. Aguantó la carga de la caballería francesa. Explicó pacientemente filosofía al joven ateniense a la vez que redactaba la carta al Emperador Carlos...
- ¿C-cómo siempre? -farfulló Gabriel, llevándose las manos a la cabeza por el dolor que le provocaba la marea de recuerdos.
- No es la primera vez, número 3.
Una huida a través de las pantanosas aguas del Nilo. Una difícil escapada correrriendo por las Highlands. Una fuga en bote en las costas de la India.
- Pobre Gabriel... -continuó. Por su cara apareció brevemente una genuina expresión de lástima. Se inclinó hacia adelante para posar ambas manos en las piernas de su perseguido-. De verdad que siento todo esto, pero lo cierto es que no hay otro modo.
- Número 3... -susurró Gabriel- Soy... ¡el Tercero! -gritó entonces, cuando un espasmo recorrió su cuerpo, cuando más y más recuerdos fueron aflorando.
- Sí, fuiste el Tercero de todos nosotros -asintió su sosias-. El Tercero a quien nuestro dueño construyó.
Una luz en la oscuridad. Una canción en medio del silencio. Nacer sin antes haber existido. Ser herido incontables veces pero no morir nunca.
- ¡Tu nombre! -aulló Gabriel, aunque casi podía recordarlo ya.
La presión dentro de su cabeza era excesiva. El dolor, insoportable. Y justo antes de perder el conocimiento escuchó la respuesta.
- Soy Rafael.

Despertó.
Los ecos del dolor todavía se paseaban por su mente. Se dio cuenta de que estaba echado sobre una superficie mullida. Abrió los ojos con precaución y miró a su alrededor. Se encontraba en una habitación pequeña aunque bien amueblada. Nada lujoso, pero claramente "acomodado".
Aguzó el oído y escuchó los retazos de una conversación tras la puerta de madera. las voces sonaban preocupadas.
- ¿Se encuentra bien?
- Sí, Miguel.

(Fragmento por Radagast)

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domingo, 7 de junio de 2009

Relato común III

(Segunda parte aquí)

Mientras Gabriel giraba empezó a recordar. Aquella sencilla frase había llegado, sin saber cómo, hasta la profundidad de su subconsciente y algo parecía despertar en su interior.

Cuando Gabriel giró se encontró con una mirada profunda que le recordaba a…la suya en el reflejo de un espejo. Sólo que esta mirada estaba enmarcada en unos ojos ajados por los años, rodeados de arrugas y en un rostro decrépito, más cerca de la muerte que de la vida.

Sus miradas se cruzaron y Gabriel sintió un fuerte dolor de cabeza. Un fuerte pitido en sus oidos y una impenetrable oscuridad fueron las últimas sensaciones que percibió antes de caer desmayado


[...]


Las ensangretadas calles de París eran un caos constante. Tumultos, barricadas, pólvora y cuchilladas por doquier. El año de 1848 se grabó a sangre y fuego en los corazones de la sociedad francesa.

Jóvenes disparando desde detrás de una mal parapetada barricada contra guardias en carga.


En mitad de una de estas barricadas estaba un chico, que apenas si frisaba la veintena de años. Se encontraba apoyando el cañón de su rifle en un muro de casi un metro de altura mientras su pelo largo castaño ondeaba al viento.

- Camaradas, hoy el Destino nos llama para hacer frente a la tiranía. No vacileis en matar a nuestro enemigo. No dudeis en matar a vuestro hermano si hace falta pues vuestro hermano os mataría a vosotros. Y la Justicia está de nuestra parte.

Enfrente suyo se hallaba un pequeño regimiento del ejército francés: cien hombres de infantería y un destacamento de veinte soldados montados a caballo. Dentro de la barricada había casi una treintena de muchachos, dispuestos a morir obedeciendo a un joven que se hacía llamar Gabriel.

La caballería inició la carga, y una atronadora descarga de disparos intentó abatirla.

Una inmensa humareda de polvo y pólvora inundó el aire y nadie se fijó en una figura de negro, con gabardina y sombrero que, avanzando entre los disparos, llegó hasta Gabriel.

- Tú no has venido al mundo para esto, muchacho.

Cuando sus miradas se encontraron Gabriel sintió un fuerte dolor de cabeza, y sus ojos ya no vieron más.

(Fragmento por Orofëa)

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viernes, 5 de junio de 2009

Relato común II

(Primera parte aquí)

Una, dos, tres…
Gabriel contaba las veces que había escapado de su sosias:
La primera en aquella tienda de la playa, adonde había ido con Gabriela, su último ligue, después de un fin de semana de amor, a comprar ropas vaporosas para el verano.
Había sido impresionante: Un largo grito, ¡Ehhh! Le había helado la sangre en las venas.
Con la mano acariciando aún la seda de una falda floreada, fresca como los pechos de ella, se había girado lentamente, como quién no puede evitar la muerte que iniciara, después de toda la vida buscándonos, su última carrera para atropellarnos. Y lo había visto enfrente: al joven, idéntico a sí. Y el leve jadeo que había percibido en su pecho se sincronizaba perfectamente, cómo si no hubiera espacio entre ellos, con los últimos temblores de sus fibras nerviosas; de su garganta, que habían entrado en resonancia con el desgarro de aquel grito.
Luego fue la huída apresurada, con la mano de Gabriela entre las suyas, aferrándose a ella como si fuera lo único que lo retuviera en el mundo de los seres humanos.

El pánico no se controla. No así, en caliente.

.- No quiero tener nada que ver contigo -le había dicho ella- cuando le había intentado explicar porqué eran ellos dos los únicos que corrían, por las calles de Cullera, aquel tranquilo domingo de mayo.

Gabriela… el azar era caprichoso, y lo mismo que le había enviado a una mujer con su mismo nombre que le había hecho sentirse vivo, le enviaba ahora un hombre con su mismo rostro para hacerlo sentir muerto.
Pero él no se había tomado nada, ningún tripi, como había dicho ella, y sin embargo había pasado todo el verano escondiéndose del hombre igual a él, de la limusina, y de una combinación de fucsias y amarillos que había comenzado a causarle, en cuanto la veía, un serio mareo y un fuerte dolor de oídos.
Ahora estaba en el coche de su perseguidor, con los nervios bajo control, y su doble le ofrecía, sin una palabra, el mando a distancia del mueble bar que había entre ellos.
.- Prefiero que me cuentes de qué se trata -dijo.
.- ¿No entiendes lo que pasa? ¿Acaso no recuerdas nada de nada?
Gabriel pensó qué contestar: había, sí, una laguna en su vida, en su pasado, pero pensaba que eso mismo le pasaba a todo el mundo.


Una voz chirriante dijo tras de él: “el tiempo y el espacio no son relativos. Son absolutos. Lo que es relativo es la mente que los concibió”
En el denso aire fétido que había quedado impregnando la limusina, Gabriel se giró lentamente para ver quien había pronunciado aquella frase sacrílega y estrambótica.

(Fragmento por Huelladeperro)

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jueves, 4 de junio de 2009

Como lanzarse al abismo

Como tirar una piedra al río
y no escuchar ningún sonido.
Como gritar a pleno pulmón
y escupir sólo silencio.
Como arrancarse la piel a tiras
y encontrar sólo vacío.
Como inmolarse en una pira
y seguir helado.

Como lanzarse al abismo,
y llegar al fondo.

Al menos finge que sabes fingir
que las sensaciones son algo más
que meros segundos prefabricados.

miércoles, 3 de junio de 2009

Relato común I

(Introducción aquí.)

Cuando la puerta de la limusina se abrió, Gabriel miró sin asombro a la persona que de ella bajaba, aunque hacerlo fuera como contemplarse en un espejo. El joven tenía sus mismos ojos, del color del café recién hecho, la misma expresión sosegada, el mismo cabello castaño y ondulado, incluso la misma gabardina - claro que la del otro no estaba mojada-.

Gabriel lo observó, maldiciendo entre dientes por haber sido encontrado de nuevo. Pensó en salir corriendo, pero sabía que hubiera sido un error, era muy consciente de que el que lo contemplaba a medio metro de distancia, era mucho más rápido que él.

- No me vas a hacer correr esta vez, ¿verdad? - dijo el otro enarcando una ceja. La misma que enarcó Gabriel al oírlo.

Éste fijó la mirada en el rostro del joven y habló pausadamente, como si aquel encuentro no trastocara completamente su vida. La lluvia seguía empapando su gabardina y su pelo, y de su barbilla empezaban a caer pequeñas gotas.

- ¿Vas a dejarme entrar en tu súper coche con veinte ruedas o nos mojamos los dos en plan romántico? - dijo Gabriel apartándolo ligeramente y entrando en la limusina.

El otro joven, miró a un lado y a otro, lentamente. Quería asegurarse de que nadie estuviera pendiente de ellos, y a pesar de lo llamativo del automóvil, comprobó que la gente se movía rápido de un sitio a otro bajo sus paraguas. Nadie parecía haber reparado en el extraño encuentro. Subió tras Gabriel a la limusina, que se incorporó al caos reinante en la carretera.


(Fragmento por Barbijaputa)

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Introducción del relato común

Cuando Gabriel salió a la calle, apuró su cigarro y lo dejó caer en un charco. Llevaba todo el maldito día lloviendo. Y el anterior. Y el anterior. A decir verdad, no recordaba qué día había empezado a llover. "Qué asco de tiempo". En cuestión de diez segundos, su gabardina estaba completamente empapada, y empezó a plantearse seriamente ir a algún lado. ¿Pero a dónde?. Miro a ambos lado del insulso callejón donde se encontraba. Nada. Un par de cubos de basura a un lado, y el casi imperceptible vapor de las alcantarillas. Muy típico. Se encogió de hombros ligeramente, y se dirigió hacia la salida. Una de esas calles tan concurridas a esas horas, con un montón de gente con traje y maletín que se movían de un lado para otro vete tú a saber para qué.

Sin embargo, nada más llegar a la altura de la carretera, Gabriel tuvo que cambiar de planes (o hacer unos) en cuestión de segundos. Un coche que no había visto frenó justo delante de él, salpicando lo suficiente como para que instantaneamente pensase en los familiares del conductor. Pero cuando reconoció la limusina negra que acababa de parar, pronto su cabeza dejó de barajar insultos para preocuparse de asuntos menos mundanos.

"Mierda".

martes, 2 de junio de 2009

Normas para el relato común

Bien, visto que ya somos unos cuantos, voy a poner las normas de una manera un poco más decente:

- Podrá participar en el relato cualquier persona con una cuenta en gmail, no es necesario que tenga blog. Podrán incorporarse participantes aunque el relato ya esté empezado.

- El orden de participación no está establecido. En el momento en que yo reciba el texto del participante al que le toque escribir, lo subiré al blog. En ese mismo momento, el primero de los participantes que deje un comentario reclamando continuar la historia será el siguiente en escribir. El participante que haya escrito no podrá volver a reclamar un texto hasta que el resto de los participantes (o la mayoría) hayan escrito también.

- La extensión de vuestro fragmento no puede exceder las 400 palabras. Así nos aseguramos de que el asunto vaya bastante fluído.

- Hay un margen de 4-5 días para enviar el texto. Realmente 400 palabras se escriben en cinco minutos, hay tiempo de sobra.

- De vez en cuando, podré participar yo. De vez en cuando es "cuando me de la gana" (no os preocupéis, que no será mucho).

- No hace falta que intentéis seguir el hilo argumental en el mismo estilo. Podéis intentar cambiar la historia a vuestro modo (el texto debe enlazar con el anterior, claro), si es que podéis hacerlo en 400 palabras (chan chan chaaaaaaaaaan)

- En un momento determinado (cuando alguno de los bloggeros ya haya reclamado el turno), avisaré de que la historia se acaba en ese turno. Es decir, que ahí se las componga el bloggero en cuestión para ponerle un final. Esto puede ocurrir a la segunda vuelta o a los tres meses.

-Para enviarme los textos, hacedlo a: elpoetaensuoscuramazmorra@gmail.com (sí, lo sé. Idea de Barbija, qué le vamos a hacer). Ponedme también vuestro nombre, que no tengo los mails de todos los participantes.

- Advertencia: ortografía no significa "escribir como el culo" o "escribir con el culo", a pesar de lo que pueda parecer. Todos cometemos errores, nos comemos tildes (yo el primero) o se nos pasa alguna tontería, pero no se aceptarán textos en mayúscula, sin puntuar, o con abreviaturas. Lo siento, pero les tengo aprecio a mis ojos (es lo que tiene que me guste ver), y no me apetece que se me caigan.

Y creo que no me dejo nada más. Por ser el primer turno, y dado que la primera en apuntarse fue Barbija, empezará ella. Estad atentos el resto, en cuanto ella envíe el texto podréis reclarmar vuestro turno.

Os dejo otra vez el principio del relato, que parece que no todo el mundo lo vió en el anterior post.


Cuando Gabriel salió a la calle, apuró su cigarro y lo dejó caer en un charco. Llevaba todo el maldito día lloviendo. Y el anterior. Y el anterior. A decir verdad, no recordaba qué día había empezado a llover. "Qué asco de tiempo". En cuestión de diez segundos, su gabardina estaba completamente empapada, y empezó a plantearse seriamente ir a algún lado. ¿Pero a dónde?. Miro a ambos lado del insulso callejón donde se encontraba. Nada. Un par de cubos de basura a un lado, y el casi imperceptible vapor de las alcantarillas. Muy típico. Se encogió de hombros ligeramente, y se dirigió hacia la salida. Una de esas calles tan concurridas a esas horas, con un montón de gente con traje y maletín que se movían de un lado para otro vete tú a saber para qué.

Sin embargo, nada más llegar a la altura de la carretera, Gabriel tuvo que cambiar de planes (o hacer unos) en cuestión de segundos. Un coche que no había visto frenó justo delante de él, salpicando lo suficiente como para que instantaneamente pensase en los familiares del conductor. Pero cuando reconoció la limusina negra que acababa de parar, pronto su cabeza dejó de barajar insultos para preocuparse de asuntos menos mundanos.

"Mierda".

domingo, 31 de mayo de 2009

¡ATENCIÓN BLOGGER@S!

Bueno, como algunos sabréis (y otros no), empieza mi temporada de examenes en ya. Es decir, que esto va a quedarse muy parado. Y después de la época de "actualizo día sí y día también con cualquier tontería que se me ocurriese", pues me da un poco de pena.

Así que me he puesto a pensar en cómo mantener el blog con un mínimo de movimiento y se me ha ocurrido una genial idea: vais a trabajar vosotros por mí (a ver que os habéis creído. Esto...es...Españaaaaaaaaa!(Gracias Leónidas)).

Os propongo algo: escribir un relato entre todos. Cuando acabe de explicar el asunto pondré una introducción, y el primer bloggero que deje un comentario pidiendo escribir la continuación, escribirá el siguiente fragmento. Por poner un límite...unas 300 palabras máximo (así hace juego con el grito anterior). El susodicho bloggero tendrá unos 3-5 días (también como máximo claro, si quiere mandarlo a la hora, genial) para mandarme la siguiente parte, la subiré, y la historia será continuada por quién quiera. No hay ningún hilo prefijado, así que podéis intentar llevar la historia por dónde querais...si os da tiempo en el límite de palabras. No podrá terminarse la historia hasta que se diga lo contrario.

Para evitar problemas, se me ocurre que podría hacer una lista con los participantes (puede incorporarse quien quiera cuando quiera, claro), de modo que no pueda escribir dos veces la misma persona hasta que haya dado una vuelta completa a la lista (o casi completa en el caso de alguna ausencia). Además, así os paso mi correo a los que no os tenga para que me mandéis el texto.

Así que de momento, y si os gusta la idea, por favor dejadme un comentario diciendo que vais a participar. Se aceptan sugerencias de todo tipo, y si conoceis a alguien que se quiera apuntar, bienvenido sea.

Por cierto, el que suscribe se permite la licencia de continuar la historia en algún momento, y no se admitiran quejas bajo pena de muerte. He dicho.

Os dejo el principio de la historia, a ver si os motiva (no le pondré título de momento, también se agradecen ideas).


Cuando Gabriel salió a la calle, apuró su cigarro y lo dejó caer en un charco. Llevaba todo el maldito día lloviendo. Y el anterior. Y el anterior. A decir verdad, no recordaba qué día había empezado a llover. "Qué asco de tiempo". En cuestión de diez segundos, su gabardina estaba completamente empapada, y empezó a plantearse seriamente ir a algún lado. ¿Pero a dónde?. Miro a ambos lado del insulso callejón donde se encontraba. Nada. Un par de cubos de basura a un lado, y el casi imperceptible vapor de las alcantarillas. Muy típico. Se encogió de hombros ligeramente, y se dirigió hacia la salida. Una de esas calles tan concurridas a esas horas, con un montón de gente con traje y maletín que se movían de un lado para otro vete tú a saber para qué.

Sin embargo, nada más llegar a la altura de la carretera, Gabriel tuvo que cambiar de planes (o hacer unos) en cuestión de segundos. Un coche que no había visto frenó justo delante de él, salpicando lo suficiente como para que instantaneamente pensase en los familiares del conductor. Pero cuando reconoció la limusina negra que acababa de parar, pronto su cabeza dejó de barajar insultos para preocuparse de asuntos menos mundanos.

"Mierda".




Advertencia: ortografía no significa "escribir como el culo" o "escribir con el culo", a pesar de lo que pueda parecer. Todos cometemos errores, nos comemos tildes (yo el primero) o se nos pasa alguna tontería, pero no se aceptarán textos en mayúscula, sin puntuar, o con abreviaturas. Lo siento, pero les tengo aprecio a mis ojos (es lo que tiene que me guste ver), y no me apetece que se me caigan.

viernes, 29 de mayo de 2009

Es la hora

A esas alturas, la atmósfera de la habitación estaba cargada de un humo que, como la niebla de la madrugada, impedía ver con claridad los objetos que provocaban aquellas sombras alargadas. Un par de botellas de wishky vacías en el suelo, y el cenicero rebosante desde hacía ya demasiado tiempo. El cuerpo de la mujer que yacía tumbada en la cama se giró, y clavó sus ojos en la silueta difusa que se intuía de pie, deambulando de un lado a otro sin un objetivo aparente, aunque de vez en cuando recogía algo de la mesa, o abría algún cajón y se llevaba después la mano al bolsillo.
- ¿Y bien? - pregunto ella, con su voz inocente. Cómo engañan las apariencias.- ¿Qué vas a hacer?
El chico esbozó una sonrisa que la mujer no llegó a vislumbrar, pero que no iba dirigida a ella.
- Lo bueno de no tener opciones es no tener que tomar decisiones - contestó.
Lentamente, agarró un bulto algo mayor que el resto de las cosas que había cogido antes. Notó el reconfortante peso del arma en su mano, el frío del metal.
- Pero...¿estás preparado?
Por segunda vez, el chico sonrió.
- ¿Desde cuándo importa eso?
- Van a matarte.
La sonrisa del chico se hizo más amplia, esta vez acompañada de un extraño brillo en los ojos.
- ¿Desde cuando importa eso?
Y sin una palabra más, cogió la chupa de cuero colgada en la puerta, y se desdibujó entre el humo y la noche.
Es hora de luchar.

----------------------

Damas y caballeros, comienza el baile.

martes, 26 de mayo de 2009

Colección de consejos inevitablemente inútiles

Hay que nacer de pieles muertas,
hay que lanzarse a los quizás.
Marear la marea dando vueltas,
disfrazar al antifaz.

Hay que beberse todos los alcoholes,
es importante ir siempre de farol.
Disfrutar del mayor de los temores,
arañar cada rincón.

Degusta bien a tu enemigo,
sirve la venganza bien fría.
Llévate sólo a ti contigo,
obedece nunca a la policía.

Que no te espere nadie despierto,
nunca des una buena primera impresión.
No te canses del tacto del viento,
grábate a fuego la sinrazón.

Inyéctate los miedos en vena,
recuerda que siempre hay tiempo para un poco más.
Jamás desperdicies ninguna de tus penas,
no vivas ni por ni para, sino con los demás.

No dejes de inhalar cada segundo,
de olvidarte de olvidar.
No te tomes en serio nada del mundo.
Que la vida sea de verdad.

Cualquier verdad

Acostumbrado al fin a malvivir,
entre la niebla de ruinas y rencores,
a ser la diversión de los bufones,
la flor marchita de la vid.

En la sonrisa de la calavera,
me esperaba la destilada sutileza,
esa sutil delicadeza,
sonriente la luna más lunera.

Que son tesoros que guardar
el dolor de la amargura,
mis pasados, esta muda,
que es verdad cualquier verdad.

lunes, 25 de mayo de 2009

Bendiciones varias

A ese Juan de pacotilla,
a ese maldito,
a ese hijo de mala madre,
de la madre que te ha parido.

Me saliste caro,
¡Engañarme! Demagogo,
verborrea fácil, mentiras.
Te defunciono si te cojo.

Te has confundido, amigo,
con la Iglesia hemos topado.
No me toques las pelotas,
esto va a salirte caro.

Que si pudieses leerme,
si es que sabes leer,
correrías a esconderte,
cogerías cualquier tren.

Ándate con ojo,
simio desgraciado,
que es muy fácil criar malvas,
enterrado en cualquier lado.

sábado, 23 de mayo de 2009

Héroe de nadie

Dormita un muerto de la calle,
esperando paciente al autobús.
Un trago de ron de despedida,
y un cigarro a tu salud.

Huérfano de lunas nuevas,
vendedor de incómodas verdades,
perdedor de cualquier batalla,
portador de los siete males.

El cuerpo roto por los días
y el alma bañada en dolor,
de quien no se cansó de equivocarse
ni de hacerlo aun peor.

Con dientes brillantes por su ausencia
y la piel cubierta por duelos
Demasiadas noches de botella
para un atillo tan austero.

¿Cómo se juega en ruleta
cuando reparten semejante suerte,
cuando durante toda la vida
te está sonriendo la muerte?

No extrañes que te llore
sólo esa anónima sirena.
Mueres como viviste,
sin más gloria que pena.

Qué triste es,
que después nadie compensa.
Que los que viven muriendo,
al final, no tengan recompensa.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Por amor al odio

Por amor al odio
he comprado esta pistola
de letras huérfanas
y versos sin reglones.

Y con conocimiento de causa,
y sin cimientos de fuerza menor,
voy a reventarte los cristales
a pedradas.

Por odio al amor
me he deshojado yo solo
todo el maldito disfraz
de payaso.

Quizá algún mensajero asesinado
te lleve en mis cartas sin sello
ni remite
la nada que te envío.

Que por amor al odio,
no lo olvides,
firmo mañana
los planes que hago hoy para ayer.

jueves, 14 de mayo de 2009

Invita él

Y bien...¿quién quiere salir a tomar algo con un mago?




El susodicho es Lance Burton, uno de los grandes de la manipulación o "sleight of hand", en términos del gremio. Un ilusionista"clásico", de los que hace aparecer/desaparecer cosas por doquier. Y nombrado dos veces "Mago del año".




Y además, cuando se pone gracioso, hay que reconocer que gracia tiene (por favor, si decidís ver este vídeo, no os perdáis el diálogo. Una genialidad).

lunes, 11 de mayo de 2009

Conjuntivitis

Conjuntivitis,
O inflamación de las CONjunciones
por usarlas demasiado.

Exceso de disyuntivas
entre tanta subordinación,
Y colirio para adversidades
incrustadas en los ojos.

Me enferman las explicaciones,
me pican las copulativas,
se me infectan los CONtigo,
y me duelen los SIN ti.

-------------------
¿Es que no tienen otra cosa que hacer las malditas bacterias?A ver si alguien las pone a hacer algo de provecho de una vez y me dejan en paz. Hombre ya.

sábado, 9 de mayo de 2009

Faroles

A estas alturas,
consentido el sinsentido,
con razón la sinrazón
se adueñó de la aventura.

Con dolor y sin culpa,
sonrisa y media por medio,
y dos tercios de un cuarto
de lo que me usurpas.

Y adelante con los faroles,
que alumbren el camino.
A ver si, de una vez,
piso la tierra que piso.

jueves, 7 de mayo de 2009

Con los bolsillos llenos

No hay lugar a dudas
en unos bolsillos tan llenos de rarezas
donde sólo caben humos, Pandoras,
sonrisas y tristezas.

¿Por qué prestarle atención a lo importante
pudiendo perder el tiempo perdido?
Mejor contar ovejas negras
hasta quedarse dormido.

Y si ves que se te rajan los zapatos,
no pises el suelo,
que lo acabo de fregar.

No te preocupes.
Seguro que el mal trago,
con un trago de ron,
pasa mejor.

martes, 31 de marzo de 2009

Lullaby

- Duérmete de una vez.

La voz llenó todo el espacio vacío de la habitación, ralentizada únicamente por la tenue luz rojiza que se pegaba a las paredes.

- Creo que no tengo sueño - contestó el chico despeinado de ojos claros que yacía en la cama.

- Sí que tienes. Duérmete.

Su interlocutor dió una calada al cigarrilo y le miró fijamente, pero el chico pareció no darse cuenta. El segundero del despertador avanzó un paso, y emitió un ruido semejante al de una bomba atómica. Después, el silencio volvió a adueñarse del lugar.

- ¿Cómo quieres que me duerma con tanto jaleo?

- Nos has llamado tú. Si no, no habríamos venido - dijo lacónicamente el chico despeinado de ojos claros que se sentaba en el escritorio.

- Yo no os he llamado, habéis venido porque os ha dado la gana, como siempre - contestó el chico de la cama, molesto.

- ¿Tú crees? - El chico despeinado de ojos claros que descansaba en la alfombra botezó ligeramente.

- Sí. Yo preferiría que no estuviéseis aquí. Así podría dormirme de una vez.

- ¿No acabas de decir que no tienes sueño? - preguntó el chico despeinado de ojos claros que se apoyaba en la puerta.

- Callaos. He dicho que te duermas - de nuevo el chico despeinado de ojos claros aspiró el humo del cigarro, y se acercó a la cama.

- Mirad - dijo él, mientras le daba la vuelta a la almohada - no tengo ni idea de por qué estáis aquí, pero me da igual.

- Claro que sabes por qué estamos aquí, Y si te diese igual, no habríamos venido - dijo la voz del chico despinado de ojos claros bajo la cama.

De nuevo, el segundero avanzó un paso y todos escucharon. Luego, silencio otra vez.

- Dejadme en paz - dijo el de la cama.

- ¿Acaso no quieres saber quien soy? - preguntó el de la mesa.

- ¿Y yo? - preguntó el de la alfombra.

- ¿Y yo? - el de la puerta.

- ¿Y yo? - el de debajo de la cama.

- ¿Quién soy? - dijo una voz idéntica al resto desde algún punto de la habitación.

- No volveré a repetirlo, callaos de una vez - la orden vino acompañada por el estruendo del cigarrillo apagándose contra el cenicero. - Haz el favor de dormirte.

El chico despeinado de ojos claros se cubrió la cabeza con la almohada. Otra vez el reloj.

- ¿No quieres saber que piensan de mí? - preguntó el de la mesa.

- ¿Y de mí? - el de la alfombra.

- ¿Y de mí? - el de la puerta.

- ¿Y de mí? - el de debajo de la cama.

- Ni siquiera saben que existo - dijo la voz de antes.

- ¡Ya está bien! - el chico despeinado de ojos claros que hacía un segundo (literalmente) había apagado el cigarro sacó una 48mm y apoyó el cañón contra la almohada. - Se acabó. Callaos todos ya. Y tú, duérmete de una maldita vez.

De nuevo la habitación se inundó con el sonido de la aguja del reloj.

Un suspiro de resignación salió de debajo de la almohada.

- Odio las noches en las que no consigo callarme.

domingo, 29 de marzo de 2009

Palabras

No quiero dejar rastro.
No quiero dibujar estela.
Quiero ser gato negro
entre la niebla.
Quiero humo,
secretos.
No dejar huellas.
Susurros de silencio,
miradas.
Viento.
Palabras.

viernes, 27 de marzo de 2009

Do the evolution

Advertencia: este relato puede ser algo fuerte. Si a pesar de todo quereis leerlo, os recomiendo que pongáis el vídeo y lo leáis con la música puesta. Y luego volved a ver el vídeo, no tiene desperdicio. Pearl Jam son unos genios, y la canción es adrenalina pura.


Alrededor del fuego, las sombras se movían en el mayor desorden imaginable. Miles de figuras se agitaban convulsionándose de maneras imposibles, mientras sus siluetas se fundían con el ensordecedor ruido y un olor a gasolina y carne quemada infectaba el lugar.

Ishmael seguía a aquellas figuras. Bailaba con rabia, con gozo, con el alma misma. Bailaba. Se descubría agitando los brazos descontroladamente, golpeando continuamente cuerpos en penumbra. No importaba. Era el caos.

Por un momento, se detuvo. ¿Qué era aquello? No podía recordarlo. Vamos, concéntrate. Imposible. Cerró los ojos, y algo le golpeó haciéndole tambalearse y avanzar varios metros. Concéntrate. Apretó los puños, y por fin acudieron a su encuentro ideas fugaces. No podía recordar el año. Dos mil trescientos algo. Tal vez trescientos cincuenta y siete. No importaba. Las cosas se habían complicado. Desde hacía tiempo el combustible se había convertido en el bien más preciado del planeta. El barril se pagaba a una millonada, y las multinacionales luchaban hasta la muerte, literalmente, por hacerse con el control de las pocas fuentes que quedaban. La educación religiosa que había recibido por la red lo corroboraba: El combustible es vida. Las reservas bajo los extintos casquetes polares se habían terminado tiempo atrás, se talaron las selvas en busca de carbón, gas, o algo que pudiese utilizarse como tal, pero sólo se pudo sacar provecho de la madera de los árboles. La energía nuclear estaba prohibida y penada con la muerte por la Religión, algo totalmente comprensible tras el desastre en Berlín. Casi todas las fábricas quebraron, manteniéndose a flote las compañías con mejor arsenal.

De repente, se escuchó una brutal explosión cerca de donde se encontraba, y en el cielo se levantó con furia una tremenda columna de fuego. Habían hecho explotar la refinería. Cientos de fragmentos metálicos cayeron aplastando unas cuantas docenas de cuerpos, acompañados de llamaradas. Los gritos y cánticos aumentaron en intensidad, mientras entre la muchedumbre corrían los individuos alcanzados por la explosión como antorchas endemoniadas. Frente a él fornicaban enloquecidos siete figuras con el cadáver de una vaca. Sin previo aviso, uno de ellos mordió a otro en el cuello, y tiró con rabia. Sus gritos se perdieron entre los de tantos otros, ahogados por la sangre de su aorta. ¿De donde habrán sacado una vaca?

Era cuestión de tiempo que se anunciase el final de las reservas a gran escala. Todas las programaciones se interrumpieron, y el canal religioso dio el parte con gran pompa y solemnidad: “Hermanos, la esperanza es lo último que se pierde. Y está cerca el momento”. De ninguna parte surgieron miles de reyertas y tumultos en las calles, y se declaró la ley marcial. Aquello no fue suficiente. Los cuarteles ardieron, los ejércitos fueron reducidos sin problemas dada la falta de combustible para artillería, y pronto el caos se hizo con el planeta entero. Todas las grandes ciudades estaban en llamas. La locura se extendió sin barrera alguna, trayendo consigo el desenfreno y la destrucción. La gente se inmolaba colectivamente en plazas y avenidas con la poca gasolina que guardaban, ayudando al fuego a propagarse. El escuadrón antiincendios no pudo hacer nada sin sus vehículos, y pronto los propios bomberos corrieron entre las llamas como el resto. La Gran Catedral del Gasoleo ardió hasta los cimientos en Nueva York. Honk Kong era cenizas. En las calles se agolpaban cuerpos mutilados como pilas funerarias. El humo se extendía triunfal sobre cualquier cielo posible.

De pronto, Ishmael notó un dolor agudo en la pierna derecha. Un hombre desnudo le clavaba las uñas, sonriendo con los ojos desencajados. Le vino a la cabeza la letra de una canción que había escuchado cuando era pequeño, en una de esas travesuras inconfesables. “It`s evolution, baby”. Ishmael le devolvió la sonrisa a aquel extraño, y le pisó la cabeza. Sorprendentemente, escuchó con toda claridad el ruido de su craneo al estallar contra el asfalto agrietado. Se subió al cuerpo, y empezó a saltar con todas su fuerzas hasta que encontró a una mujer que se arrastraba con las piernas totalmente quemadas. Se acercó a ella, y le susurró al oído. No temas. La esperanza es lo último que se pierde. Y está cerca el momento. Después la violó repetidas veces, sin prestar atención a los empujones y golpes que recibía de sombras que desaparecían al momento siguiente. A su izquierda, un cuerpo se estrelló contra el suelo, explotando como un globo y cubriéndole de sangre.

Se levantó y contempló a las miles de figuras bailar en medio de la ciudad en llamas. Vio a tres siluetas saltar cogidas de la mano a una hoguera, y seguir contorsionándose hasta que su forma dejó de ser reconocible. Sí, había llegado el momento. La evolución había ganado. El ser humano era el ser supremo, sin duda. Y con un grito que se elevó por encima del ruido reinante, se abalanzó corriendo hacia la muchedumbre, convirtiéndose en una sombra más.




Pearl Jam
"Do the evolution"

Woo..
I'm ahead, I'm a man
I'm the first mammal to wear pants, yeah
I'm at peace with my lust
I can kill 'cause in God I trust, yeah
It's evolution, baby

I'm at peace, I'm the man
Buying stocks on the day of the crash
On the loose, I'm a truck
All the rolling hills, I'll flatten 'em out, yeah
It's herd behavior, uh huh
It's evolution, baby

Admire me, admire my home
Admire my son, he's my clone
Yeah, yeah, yeah, yeah
This land is mine, this land is free
I'll do what I want but irresponsibly
It's evolution, baby

I'm a thief, I'm a liar
There's my church, I sing in the choir:
(hallelujah, hallelujah)

Admire me, admire my home
Admire my son, admire my clones
'Cause we know, appetite for a nightly feast
Those ignorant Indians got nothin' on me
Nothin', why?
Because... it's evolution, baby!

I am ahead, I am advanced
I am the first mammal to make plans, yeah
I crawled the earth, but now I'm higher
2010, watch it go to fire
It's evolution, baby
It's evolution, baby
Let's do the evolution
Come on, come on, come on

viernes, 6 de marzo de 2009

No hay nada más obnubilante que la verdad

Desde pequeño, siempre me ha gustado la magia. La impotencia de no saber "dónde está el truco" mezclada con la ilusión de no poder explicarlo me produce un torrente de sensaciones fascinante. Sin embargo, nunca he sido fan de los grandes montajes. Cuando alguien se entera de que hago algunos trucos, suele preguntarme: ¿Te gusta David Copperfield?. No le negaré mérito, pero nunca le admiré. En un escenario tan grande, con tantos artilugios extraños, era fácil suponer que había trampa en algún lado. Incluso adivinarla.

Cuando empecé a practicar algo más seriamente, también empecé a descubrir otros magos menos "espectaculares" a los ojos del gran público. Conoces a la gente que creó los movimientos que utilizas, o las rutinas. Y así le descubrí a ÉL. Hasta entonces no tenía un "mago predilecto". Me gustaban muchos, pero sin llegar al entusiasmo. Y apareció René Lavand.

René Lavand nació el 24 de Septiembre de 1928 en Buenos Aires, y empezó a especializarse en cartomagia (magia con cartas) desde muy joven. Sin embargo, no empezó a trabajar como mago hasta los treinta y dos años, dejando su antiguo empleo de banquero. Aún hoy, con sus ochenta años, sigue realizando trucos de magia.

Una de las mayores decepciones que me he llevado ha sido no poder entrar a su actuación en Salamanca por estar lleno el local. Desde entonces, he querido dedicarle una entrada, pero no me he atrevido hasta ahora. Para mí representa la magia en estado puro, la ilusión, el camino a seguir. Un truco de magia debería ser así, y no de ninguna otra manera. Como ya dije en otra entrada, un truco es todo presentación, los movimientos son lo menos importante. Hay que absorber a la gente, captar toda su atención, lograr que olviden el resto del mundo. René Lavand consigue exactamente eso. Sus historias, su utilización de los silencios, su deje argentino, sus movimientos, absolutamente todo en sus trucos es perfecto. Hasta ha conseguido ese toque personal que identifica a los genios, haciendo características sus frases "no hay nada más obnubilante que la verdad", o "no se puede hacer más lento". Llegado el punto en el que te emocionas viendo un juego aun sabiendo el truco, entiendes perfectamente la diferencia entre mago del montón y un artista.

Pero además hay un detalle sin mucha importancia que lo hace, si cabe, más impresionante aun. René Lavand perdió el brazo derecho a los nueve años en un accidente. Su mérito no es sólo el hecho de ser capaz de manejar la baraja como nadie con una única mano (os aseguro que es mucho más complicado de lo que podais imaginar), sino que todos los trucos están pensados para magos con dos manos. Sus juegos son suyos, los inventó él, y fue capaz de llevarlos a la perfección de una manera que ya quisieran para sí muchos de los ilusionistas con dos brazos.

Seguramente no le hice una entrada antes por no encontrar ningún védeo que a mi juicio le hiciese justicia. Todo lo que encontraba tenía mala calidad, se escuchaba mal, o ambas cosas. Pero esta noche, buscando en internet, he encontrado un video que creo que expresa a la perfección lo que debería ser la magia.

Espero que disfrutéis con él tanto como yo.

Damas y caballeros, René Lavand.



La imagen invertida para simular la mano derecha, y el anillo sólo cuando utiliza la izquierda...Lo dicho, simplemente genial.