martes, 31 de marzo de 2009

Lullaby

- Duérmete de una vez.

La voz llenó todo el espacio vacío de la habitación, ralentizada únicamente por la tenue luz rojiza que se pegaba a las paredes.

- Creo que no tengo sueño - contestó el chico despeinado de ojos claros que yacía en la cama.

- Sí que tienes. Duérmete.

Su interlocutor dió una calada al cigarrilo y le miró fijamente, pero el chico pareció no darse cuenta. El segundero del despertador avanzó un paso, y emitió un ruido semejante al de una bomba atómica. Después, el silencio volvió a adueñarse del lugar.

- ¿Cómo quieres que me duerma con tanto jaleo?

- Nos has llamado tú. Si no, no habríamos venido - dijo lacónicamente el chico despeinado de ojos claros que se sentaba en el escritorio.

- Yo no os he llamado, habéis venido porque os ha dado la gana, como siempre - contestó el chico de la cama, molesto.

- ¿Tú crees? - El chico despeinado de ojos claros que descansaba en la alfombra botezó ligeramente.

- Sí. Yo preferiría que no estuviéseis aquí. Así podría dormirme de una vez.

- ¿No acabas de decir que no tienes sueño? - preguntó el chico despeinado de ojos claros que se apoyaba en la puerta.

- Callaos. He dicho que te duermas - de nuevo el chico despeinado de ojos claros aspiró el humo del cigarro, y se acercó a la cama.

- Mirad - dijo él, mientras le daba la vuelta a la almohada - no tengo ni idea de por qué estáis aquí, pero me da igual.

- Claro que sabes por qué estamos aquí, Y si te diese igual, no habríamos venido - dijo la voz del chico despinado de ojos claros bajo la cama.

De nuevo, el segundero avanzó un paso y todos escucharon. Luego, silencio otra vez.

- Dejadme en paz - dijo el de la cama.

- ¿Acaso no quieres saber quien soy? - preguntó el de la mesa.

- ¿Y yo? - preguntó el de la alfombra.

- ¿Y yo? - el de la puerta.

- ¿Y yo? - el de debajo de la cama.

- ¿Quién soy? - dijo una voz idéntica al resto desde algún punto de la habitación.

- No volveré a repetirlo, callaos de una vez - la orden vino acompañada por el estruendo del cigarrillo apagándose contra el cenicero. - Haz el favor de dormirte.

El chico despeinado de ojos claros se cubrió la cabeza con la almohada. Otra vez el reloj.

- ¿No quieres saber que piensan de mí? - preguntó el de la mesa.

- ¿Y de mí? - el de la alfombra.

- ¿Y de mí? - el de la puerta.

- ¿Y de mí? - el de debajo de la cama.

- Ni siquiera saben que existo - dijo la voz de antes.

- ¡Ya está bien! - el chico despeinado de ojos claros que hacía un segundo (literalmente) había apagado el cigarro sacó una 48mm y apoyó el cañón contra la almohada. - Se acabó. Callaos todos ya. Y tú, duérmete de una maldita vez.

De nuevo la habitación se inundó con el sonido de la aguja del reloj.

Un suspiro de resignación salió de debajo de la almohada.

- Odio las noches en las que no consigo callarme.

domingo, 29 de marzo de 2009

Palabras

No quiero dejar rastro.
No quiero dibujar estela.
Quiero ser gato negro
entre la niebla.
Quiero humo,
secretos.
No dejar huellas.
Susurros de silencio,
miradas.
Viento.
Palabras.

viernes, 27 de marzo de 2009

Do the evolution

Advertencia: este relato puede ser algo fuerte. Si a pesar de todo quereis leerlo, os recomiendo que pongáis el vídeo y lo leáis con la música puesta. Y luego volved a ver el vídeo, no tiene desperdicio. Pearl Jam son unos genios, y la canción es adrenalina pura.


Alrededor del fuego, las sombras se movían en el mayor desorden imaginable. Miles de figuras se agitaban convulsionándose de maneras imposibles, mientras sus siluetas se fundían con el ensordecedor ruido y un olor a gasolina y carne quemada infectaba el lugar.

Ishmael seguía a aquellas figuras. Bailaba con rabia, con gozo, con el alma misma. Bailaba. Se descubría agitando los brazos descontroladamente, golpeando continuamente cuerpos en penumbra. No importaba. Era el caos.

Por un momento, se detuvo. ¿Qué era aquello? No podía recordarlo. Vamos, concéntrate. Imposible. Cerró los ojos, y algo le golpeó haciéndole tambalearse y avanzar varios metros. Concéntrate. Apretó los puños, y por fin acudieron a su encuentro ideas fugaces. No podía recordar el año. Dos mil trescientos algo. Tal vez trescientos cincuenta y siete. No importaba. Las cosas se habían complicado. Desde hacía tiempo el combustible se había convertido en el bien más preciado del planeta. El barril se pagaba a una millonada, y las multinacionales luchaban hasta la muerte, literalmente, por hacerse con el control de las pocas fuentes que quedaban. La educación religiosa que había recibido por la red lo corroboraba: El combustible es vida. Las reservas bajo los extintos casquetes polares se habían terminado tiempo atrás, se talaron las selvas en busca de carbón, gas, o algo que pudiese utilizarse como tal, pero sólo se pudo sacar provecho de la madera de los árboles. La energía nuclear estaba prohibida y penada con la muerte por la Religión, algo totalmente comprensible tras el desastre en Berlín. Casi todas las fábricas quebraron, manteniéndose a flote las compañías con mejor arsenal.

De repente, se escuchó una brutal explosión cerca de donde se encontraba, y en el cielo se levantó con furia una tremenda columna de fuego. Habían hecho explotar la refinería. Cientos de fragmentos metálicos cayeron aplastando unas cuantas docenas de cuerpos, acompañados de llamaradas. Los gritos y cánticos aumentaron en intensidad, mientras entre la muchedumbre corrían los individuos alcanzados por la explosión como antorchas endemoniadas. Frente a él fornicaban enloquecidos siete figuras con el cadáver de una vaca. Sin previo aviso, uno de ellos mordió a otro en el cuello, y tiró con rabia. Sus gritos se perdieron entre los de tantos otros, ahogados por la sangre de su aorta. ¿De donde habrán sacado una vaca?

Era cuestión de tiempo que se anunciase el final de las reservas a gran escala. Todas las programaciones se interrumpieron, y el canal religioso dio el parte con gran pompa y solemnidad: “Hermanos, la esperanza es lo último que se pierde. Y está cerca el momento”. De ninguna parte surgieron miles de reyertas y tumultos en las calles, y se declaró la ley marcial. Aquello no fue suficiente. Los cuarteles ardieron, los ejércitos fueron reducidos sin problemas dada la falta de combustible para artillería, y pronto el caos se hizo con el planeta entero. Todas las grandes ciudades estaban en llamas. La locura se extendió sin barrera alguna, trayendo consigo el desenfreno y la destrucción. La gente se inmolaba colectivamente en plazas y avenidas con la poca gasolina que guardaban, ayudando al fuego a propagarse. El escuadrón antiincendios no pudo hacer nada sin sus vehículos, y pronto los propios bomberos corrieron entre las llamas como el resto. La Gran Catedral del Gasoleo ardió hasta los cimientos en Nueva York. Honk Kong era cenizas. En las calles se agolpaban cuerpos mutilados como pilas funerarias. El humo se extendía triunfal sobre cualquier cielo posible.

De pronto, Ishmael notó un dolor agudo en la pierna derecha. Un hombre desnudo le clavaba las uñas, sonriendo con los ojos desencajados. Le vino a la cabeza la letra de una canción que había escuchado cuando era pequeño, en una de esas travesuras inconfesables. “It`s evolution, baby”. Ishmael le devolvió la sonrisa a aquel extraño, y le pisó la cabeza. Sorprendentemente, escuchó con toda claridad el ruido de su craneo al estallar contra el asfalto agrietado. Se subió al cuerpo, y empezó a saltar con todas su fuerzas hasta que encontró a una mujer que se arrastraba con las piernas totalmente quemadas. Se acercó a ella, y le susurró al oído. No temas. La esperanza es lo último que se pierde. Y está cerca el momento. Después la violó repetidas veces, sin prestar atención a los empujones y golpes que recibía de sombras que desaparecían al momento siguiente. A su izquierda, un cuerpo se estrelló contra el suelo, explotando como un globo y cubriéndole de sangre.

Se levantó y contempló a las miles de figuras bailar en medio de la ciudad en llamas. Vio a tres siluetas saltar cogidas de la mano a una hoguera, y seguir contorsionándose hasta que su forma dejó de ser reconocible. Sí, había llegado el momento. La evolución había ganado. El ser humano era el ser supremo, sin duda. Y con un grito que se elevó por encima del ruido reinante, se abalanzó corriendo hacia la muchedumbre, convirtiéndose en una sombra más.




Pearl Jam
"Do the evolution"

Woo..
I'm ahead, I'm a man
I'm the first mammal to wear pants, yeah
I'm at peace with my lust
I can kill 'cause in God I trust, yeah
It's evolution, baby

I'm at peace, I'm the man
Buying stocks on the day of the crash
On the loose, I'm a truck
All the rolling hills, I'll flatten 'em out, yeah
It's herd behavior, uh huh
It's evolution, baby

Admire me, admire my home
Admire my son, he's my clone
Yeah, yeah, yeah, yeah
This land is mine, this land is free
I'll do what I want but irresponsibly
It's evolution, baby

I'm a thief, I'm a liar
There's my church, I sing in the choir:
(hallelujah, hallelujah)

Admire me, admire my home
Admire my son, admire my clones
'Cause we know, appetite for a nightly feast
Those ignorant Indians got nothin' on me
Nothin', why?
Because... it's evolution, baby!

I am ahead, I am advanced
I am the first mammal to make plans, yeah
I crawled the earth, but now I'm higher
2010, watch it go to fire
It's evolution, baby
It's evolution, baby
Let's do the evolution
Come on, come on, come on

viernes, 6 de marzo de 2009

No hay nada más obnubilante que la verdad

Desde pequeño, siempre me ha gustado la magia. La impotencia de no saber "dónde está el truco" mezclada con la ilusión de no poder explicarlo me produce un torrente de sensaciones fascinante. Sin embargo, nunca he sido fan de los grandes montajes. Cuando alguien se entera de que hago algunos trucos, suele preguntarme: ¿Te gusta David Copperfield?. No le negaré mérito, pero nunca le admiré. En un escenario tan grande, con tantos artilugios extraños, era fácil suponer que había trampa en algún lado. Incluso adivinarla.

Cuando empecé a practicar algo más seriamente, también empecé a descubrir otros magos menos "espectaculares" a los ojos del gran público. Conoces a la gente que creó los movimientos que utilizas, o las rutinas. Y así le descubrí a ÉL. Hasta entonces no tenía un "mago predilecto". Me gustaban muchos, pero sin llegar al entusiasmo. Y apareció René Lavand.

René Lavand nació el 24 de Septiembre de 1928 en Buenos Aires, y empezó a especializarse en cartomagia (magia con cartas) desde muy joven. Sin embargo, no empezó a trabajar como mago hasta los treinta y dos años, dejando su antiguo empleo de banquero. Aún hoy, con sus ochenta años, sigue realizando trucos de magia.

Una de las mayores decepciones que me he llevado ha sido no poder entrar a su actuación en Salamanca por estar lleno el local. Desde entonces, he querido dedicarle una entrada, pero no me he atrevido hasta ahora. Para mí representa la magia en estado puro, la ilusión, el camino a seguir. Un truco de magia debería ser así, y no de ninguna otra manera. Como ya dije en otra entrada, un truco es todo presentación, los movimientos son lo menos importante. Hay que absorber a la gente, captar toda su atención, lograr que olviden el resto del mundo. René Lavand consigue exactamente eso. Sus historias, su utilización de los silencios, su deje argentino, sus movimientos, absolutamente todo en sus trucos es perfecto. Hasta ha conseguido ese toque personal que identifica a los genios, haciendo características sus frases "no hay nada más obnubilante que la verdad", o "no se puede hacer más lento". Llegado el punto en el que te emocionas viendo un juego aun sabiendo el truco, entiendes perfectamente la diferencia entre mago del montón y un artista.

Pero además hay un detalle sin mucha importancia que lo hace, si cabe, más impresionante aun. René Lavand perdió el brazo derecho a los nueve años en un accidente. Su mérito no es sólo el hecho de ser capaz de manejar la baraja como nadie con una única mano (os aseguro que es mucho más complicado de lo que podais imaginar), sino que todos los trucos están pensados para magos con dos manos. Sus juegos son suyos, los inventó él, y fue capaz de llevarlos a la perfección de una manera que ya quisieran para sí muchos de los ilusionistas con dos brazos.

Seguramente no le hice una entrada antes por no encontrar ningún védeo que a mi juicio le hiciese justicia. Todo lo que encontraba tenía mala calidad, se escuchaba mal, o ambas cosas. Pero esta noche, buscando en internet, he encontrado un video que creo que expresa a la perfección lo que debería ser la magia.

Espero que disfrutéis con él tanto como yo.

Damas y caballeros, René Lavand.



La imagen invertida para simular la mano derecha, y el anillo sólo cuando utiliza la izquierda...Lo dicho, simplemente genial.

martes, 3 de marzo de 2009

¿Acaso querrías escucharme?

Imagina que por un momento
fuera capaz de conmoverte.
Que pudiese hacerte estremecer
con sólo mover los labios
y hacer que te cuestiones
hasta lo más sagrado de ti.
Supón que evocase con un susurro
tus fantasías más ocultas,
las que nunca le has contado a nadie.
Que a una orden mía,
se derrumbasen montañas
y se quebrase el cielo.
Y crease un mundo entero de la nada.
Que tronase tu piel a mi antojo,
y del más oscuro de tus poros
invocara al peor de tus pecados,
tu peor pesadilla.
Que con una sóla palabra,
pudiese hacerte llorar, reir.
Sentir.
¿Acaso querrías escucharme?