jueves, 11 de junio de 2009

Relato común IV

(Tercera parte aquí)

- ¿Ahora lo recuerdas? -dijo el que compartía su rostro, al ver cómo Gabriel perdía el color. Y sonrió.
- P-pero...
- Tengo entendido que todas las veces han sido iguales -alargó una mano y le tocó la rodilla, suavemente, intentando reconfortarle-. Tantos molestias para escapar otra vez, y al final un horrible dolor y vuelves de nuevo a recordar. Como siempre.
La mente de Gabriel sintió cómo unas barreras autoimpuestas se abrían, revelando lo que allí moraba. Vio cómo golpeaba el pedernal hasta formar un filo mientras acribillaba japoneses a los mandos de su Wildcat. Hundió su gladio en las entrañas de un guerrero celta. Aguantó la carga de la caballería francesa. Explicó pacientemente filosofía al joven ateniense a la vez que redactaba la carta al Emperador Carlos...
- ¿C-cómo siempre? -farfulló Gabriel, llevándose las manos a la cabeza por el dolor que le provocaba la marea de recuerdos.
- No es la primera vez, número 3.
Una huida a través de las pantanosas aguas del Nilo. Una difícil escapada correrriendo por las Highlands. Una fuga en bote en las costas de la India.
- Pobre Gabriel... -continuó. Por su cara apareció brevemente una genuina expresión de lástima. Se inclinó hacia adelante para posar ambas manos en las piernas de su perseguido-. De verdad que siento todo esto, pero lo cierto es que no hay otro modo.
- Número 3... -susurró Gabriel- Soy... ¡el Tercero! -gritó entonces, cuando un espasmo recorrió su cuerpo, cuando más y más recuerdos fueron aflorando.
- Sí, fuiste el Tercero de todos nosotros -asintió su sosias-. El Tercero a quien nuestro dueño construyó.
Una luz en la oscuridad. Una canción en medio del silencio. Nacer sin antes haber existido. Ser herido incontables veces pero no morir nunca.
- ¡Tu nombre! -aulló Gabriel, aunque casi podía recordarlo ya.
La presión dentro de su cabeza era excesiva. El dolor, insoportable. Y justo antes de perder el conocimiento escuchó la respuesta.
- Soy Rafael.

Despertó.
Los ecos del dolor todavía se paseaban por su mente. Se dio cuenta de que estaba echado sobre una superficie mullida. Abrió los ojos con precaución y miró a su alrededor. Se encontraba en una habitación pequeña aunque bien amueblada. Nada lujoso, pero claramente "acomodado".
Aguzó el oído y escuchó los retazos de una conversación tras la puerta de madera. las voces sonaban preocupadas.
- ¿Se encuentra bien?
- Sí, Miguel.

(Fragmento por Radagast)

¿Siguiente...?

2 comentarios:

  1. Yo (aleix), mientras trato de averiguar pk me sale esta cuenta y no la de herr director

    ResponderEliminar
  2. Estás con la cuenta de Herr director :P

    ResponderEliminar