domingo, 7 de junio de 2009

Relato común III

(Segunda parte aquí)

Mientras Gabriel giraba empezó a recordar. Aquella sencilla frase había llegado, sin saber cómo, hasta la profundidad de su subconsciente y algo parecía despertar en su interior.

Cuando Gabriel giró se encontró con una mirada profunda que le recordaba a…la suya en el reflejo de un espejo. Sólo que esta mirada estaba enmarcada en unos ojos ajados por los años, rodeados de arrugas y en un rostro decrépito, más cerca de la muerte que de la vida.

Sus miradas se cruzaron y Gabriel sintió un fuerte dolor de cabeza. Un fuerte pitido en sus oidos y una impenetrable oscuridad fueron las últimas sensaciones que percibió antes de caer desmayado


[...]


Las ensangretadas calles de París eran un caos constante. Tumultos, barricadas, pólvora y cuchilladas por doquier. El año de 1848 se grabó a sangre y fuego en los corazones de la sociedad francesa.

Jóvenes disparando desde detrás de una mal parapetada barricada contra guardias en carga.


En mitad de una de estas barricadas estaba un chico, que apenas si frisaba la veintena de años. Se encontraba apoyando el cañón de su rifle en un muro de casi un metro de altura mientras su pelo largo castaño ondeaba al viento.

- Camaradas, hoy el Destino nos llama para hacer frente a la tiranía. No vacileis en matar a nuestro enemigo. No dudeis en matar a vuestro hermano si hace falta pues vuestro hermano os mataría a vosotros. Y la Justicia está de nuestra parte.

Enfrente suyo se hallaba un pequeño regimiento del ejército francés: cien hombres de infantería y un destacamento de veinte soldados montados a caballo. Dentro de la barricada había casi una treintena de muchachos, dispuestos a morir obedeciendo a un joven que se hacía llamar Gabriel.

La caballería inició la carga, y una atronadora descarga de disparos intentó abatirla.

Una inmensa humareda de polvo y pólvora inundó el aire y nadie se fijó en una figura de negro, con gabardina y sombrero que, avanzando entre los disparos, llegó hasta Gabriel.

- Tú no has venido al mundo para esto, muchacho.

Cuando sus miradas se encontraron Gabriel sintió un fuerte dolor de cabeza, y sus ojos ya no vieron más.

(Fragmento por Orofëa)

¿Siguiente...?

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