Para matar un elefante con un poema es necesaria una precisión absoluta: por todos es conocida su prodigiosa memoria de elefante, y por lo tanto cualquier error en la ortografía, composición o cadencia en la lectura del poema sería completamente fatídico e irreparable.
Se ha de disponer, en primer lugar, de un buen motivo para matar al elefante. Son válidos traumas infantiles, miedo a la oscuridad o a los payasos y determinadas infidelidades. No son útiles, sin embargo, motivos personales con el paquidermo, lágrimas caducadas o cartones de bingo casi completos.
Una vez decidido el motivo, se ha de proceder a la redacción del poema propiamente dicho. Ha de versar sobre temas no muy animados para evitar que el elefante comience a bailar, y tampoco demasiado tristes para que no se convierta en cocodrilo. Suelen dar buenos resultados las conversaciones de ascensor, la luz de las farolas y el amor entre dos lubinas.
El poema contendrá exclusivamente palabras llanas, pues las esdrújulas hacen bostezar a los elefantes y las agudas se les clavan fácilmente, provocando una estampida. Estará formado por diecisiete versos y medio con ciento noventa y dos sílabas y doce tildes en total, y estará escrito obligatoriamente con tinta negra sobre un periódico con dos años y un día de antigüedad.
Para leerlo se colocará al paquidermo con sus cuatro patas en el sueol, mirando preferiblemente hacia el noreste sobre las siete de la tarde (para evitar que el Sol produzca deslumbramientos indeseados), y el lector se situará a unos cinco metros de distancia. Se leerá el poema despacio, a una velocidad de dos sílabas por segundo y prestando especial atención a la entonación, que ha de ser lo más monótona posible, así como a la puntuación, pues seguir leyendo una vez alcanzado el punto final sería imperdonable. Después, se despedirá al elefante con un "adios" cortés pero impersonal, y se esperará a que el animal deje de respirar.
Por supuesto, posteriormente a la lectura del poema es necesario apretar el gatillo de una magnum dirigida hacia la cabeza del paquidermo hasta que el cargador quede vacío por completo. De no llevarse a cabo este último paso, es muy posible que no se logre el objetivo buscado.
P.D.: en realidad no os creais que no me preocupa haber escrito esto...
Se ha de disponer, en primer lugar, de un buen motivo para matar al elefante. Son válidos traumas infantiles, miedo a la oscuridad o a los payasos y determinadas infidelidades. No son útiles, sin embargo, motivos personales con el paquidermo, lágrimas caducadas o cartones de bingo casi completos.
Una vez decidido el motivo, se ha de proceder a la redacción del poema propiamente dicho. Ha de versar sobre temas no muy animados para evitar que el elefante comience a bailar, y tampoco demasiado tristes para que no se convierta en cocodrilo. Suelen dar buenos resultados las conversaciones de ascensor, la luz de las farolas y el amor entre dos lubinas.
El poema contendrá exclusivamente palabras llanas, pues las esdrújulas hacen bostezar a los elefantes y las agudas se les clavan fácilmente, provocando una estampida. Estará formado por diecisiete versos y medio con ciento noventa y dos sílabas y doce tildes en total, y estará escrito obligatoriamente con tinta negra sobre un periódico con dos años y un día de antigüedad.
Para leerlo se colocará al paquidermo con sus cuatro patas en el sueol, mirando preferiblemente hacia el noreste sobre las siete de la tarde (para evitar que el Sol produzca deslumbramientos indeseados), y el lector se situará a unos cinco metros de distancia. Se leerá el poema despacio, a una velocidad de dos sílabas por segundo y prestando especial atención a la entonación, que ha de ser lo más monótona posible, así como a la puntuación, pues seguir leyendo una vez alcanzado el punto final sería imperdonable. Después, se despedirá al elefante con un "adios" cortés pero impersonal, y se esperará a que el animal deje de respirar.
Por supuesto, posteriormente a la lectura del poema es necesario apretar el gatillo de una magnum dirigida hacia la cabeza del paquidermo hasta que el cargador quede vacío por completo. De no llevarse a cabo este último paso, es muy posible que no se logre el objetivo buscado.
P.D.: en realidad no os creais que no me preocupa haber escrito esto...
estás bien?
ResponderEliminarmadre mía xD
...interesante...
ResponderEliminarSé sincero... ¿Dumbo te pegaba?
Por Dior, es lo mejor que he leído en lo que va de día. De semana. Quizás de mes. Mira cómo mis leucocitos te hacen la ola.
ResponderEliminarBiquiños sin paquidermos
ja,ja,ja ¿Preocuparte? Yo me alegraría! Es genial ja,ja Se me habrían ocurrido muchas formas de matar a un elefante...pero te aseguro que con un poema no sería una de ellas!
ResponderEliminar=)!
Siempre estaba la antigua forma: usando una escopeta de matar elefantes morados...
ResponderEliminarEspero que lo de la "magnum" sea opcional, neno. No me gustan las armas de fuego. Yo creo que es demasiado... brutal. Todo sangre y sesos... Lo del poema me parece más elegante.
Espero un reportaje gráfico en cuanto puedas!
WTF!? o.O
ResponderEliminarNo sé si descojonarme de la risa o seguir alucinando. Buena ésa XD
:*
Ladrona y William, tranquis que no me ha pegado ningún elefante. No sé, además no recuerdo haber tenido contacto con ninguno de ellos en un tiempo largo. No sé, mi subconsciente debe ser rarito.
ResponderEliminarLarisa, siempre me han caído bien los leucocitos, aunque tengo la sospecha de que "érase una vez el hombre" mentía y en realidad no hablan. Pero dales las gracias de mi parte ;)
Calypso, me alegro de que te guste! En realidad se me ocurre otra forma de matar un elefante con un poema: tú léele alguna de esas poesías infiniiiiiitas de miles de versos sobre una mosca en la pared. Verás lo que pasa ;)
Rad, llevas toda la razón, pero es que para eso hay que hacerles un nudo en la trompa y yo de nudos marineros no sé mucho...De todas formas, siempre puedes probar a eso, leer un poema extremadamente largo a ver si se muere de viejo. Si lo pruebas me avisas.
Ah!Prometo que si voy al zoo y algún elefante se presta voluntario hago reportaje :P
LaNiña, yo tampoco sé qué deberías hacer. En serio que aún no sé de dónde carajos ha salido eso. Pero ahí esta ;)
Sobra lo de los disparos, creo yo.
ResponderEliminarPero es genial...
¡Muy Bueno! Aunque yo le agregaría un par de detalles: El poema debe ser existencialista. Los poemas épicos intranquilizan a los elefantes, y los poemas de amor, aunque hacen que el elefante no sospeche, lo ponen de ánimo melancólico, inadecuado para la ocasión.
ResponderEliminarLo otro es que uno debe siempre considerar que solo se tiene una oportunidad para tener éxito, pues se sabe que los elefantes perdonan pero no olvidan.
¡Saludos!
Huella, al final me voy a terminar sintiendo mal con los de los disparos. Ya he dicho que no tengo nada personal con el elefante! Por cierto, cómo va lo de la visita madrileña?
ResponderEliminarEl Tonto de la Colina (iba a llamarte El Tonto, pero mira que suena mal :P) me ha encantado lo de "los elefantes perdonan pero no olvidan". Creo que podrían hacerse camisetas con esa frase. Un saludo y bienvenido!
Sin palabras que me he quedado...
ResponderEliminar"Perdóname pero discúlpame"
ResponderEliminarCreo que coincido con huelladeperro (o como dijo aquél, "creo que no estoy seguro").
Podrías haber quitado el último párrafo entero y hubiese quedado muy bien con ese "esperar a que deje de respirar".
Aun así también me gusta el final de la magnum. De hecho la entrada me ha encantado. Me alegro de que haya servido de algo el aceite de hígado de bacalao que te daban tus padres de pequeño.
Un cordial saludo a todos.
Ceibe, no sé si eso es bueno o malo. Pero por lo menos es algo, que es suficiente. Un placer tenerte por aquí!
ResponderEliminarIgnatus, te dije que lo del hígado de bacalao era un secreto! Confieso que en un principio no escribí el último párrafo, pero soy bastante propenso a "cambiar" lo que escribo en la última frase. La próxima vez avisaré y pondré algo del tipo: final extendido.
Un saludo!