Voy a vivir gritando y entre murmullos,
a caerme en cada piedra que encuentre.
Tenderé mis palabras en otoño
para que bailen con las hojas rojas
cuando el viento las arranque.
Temblaré con el hielo en tus sonrisas
Y azuzaré a mi potro para que me lleve lejos,
a galope tendido, a lo hondo.
Viviré con la risa en la piel
y el llanto en el alma
y sin corazón, porque te lo habré dado.
Y arrancaré a mordiscos la normalidad que quede,
para que nunca nos mate.
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ResponderEliminarEs un buen manifiesto para la vida.
ResponderEliminarDe hecho, lo he venido aplicando sin cesar, aunque acabo de leerlo por primera vez.
Pulgar hacia arriba.
Bicos con estufa
Me frustras. Aparece algún día a alguna hora decente, por favor.
ResponderEliminarPor cierto: me parecen buenas medidas. Hazlo. La normalidad apesta.
¡¡¡Bravo!!! Yo también ando así..
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
ResponderEliminarSobre todo los dos últimos versos ;)
PD: ¿Cómo te van las cosas desde que has vuelto al blog?¿Mejor? :)
Un beso.
Gracias a todos, me alegra saber que algunos, incluso sin manifiesto, le dan caña al asunto ;)
ResponderEliminarPorcelana, lo siento pero no soy yo el que vive a horas extrañas. ¡Sois todos los demás!
LaNiña, hay de todo un poco. Pero la verdad es que ando que no paro, tengo un montón de cosas entre manos. Y eso siempre viene bien ;)
Un beso!
Y además lo escribes así de bien.
ResponderEliminarSaludos.
Me gustan tus propósitos, la verdad.
ResponderEliminarY lo que he podido cotillear.
Así que me pasearé por aquí de vez en cuando.
Con tu permiso, claro.