Después de soplar, el polvo sobre la caja dejó entrever un dibujo muy descolorido. Adrian recordaba claramente aquel tiovivo, con sus tres caballos, sus dos coches de carreras y un avión. Siempre le había gustado aquella imagen, aquel mundo que parecía tan lejano al suyo, tan a salvo. De niño había hecho aquel puzzle decenas de veces, con su madre y con sus hermanos. Su padre odiaba los puzzles.
Sonrió con resignación. Hacía tiempo que a aquel puzzle le faltaban piezas, algunos de sus componentes habían perdido el color del cartón, y algunos extremos, con el paso del tiempo y el uso, habían terminado por romperse. Se encogió de hombros y volcó la caja sobre el suelo polvoriento del cobertizo, sentándose después sin preocuparse del aspecto que tendrían sus pantalones al levantarse. Al fin y al cabo, ya no le esperaba nadie más. Aquel puzzle podía llevarle mucho tiempo, posiblemente nunca más estuviese completo otra vez, con sus caballos, sus coches y sus aviones. Pero daba igual, iba a hacerlo de todos modos.
Historia, familia y lucha obrera
Hace 7 años
Quizá en su interior sí lo completase, con todos sus caballos, coches y aviones incluidos. Y bien coloridos. ;)
ResponderEliminarBesos.
oooo cuando vio las piezas que faltaban, lo mismo agarró un par de cartones, pinturas, cogió y dibujó las piezas, recortó por aquí y por allá e voila!(como tú dices)
ResponderEliminarEn el puzzle que te tengo no falta ni una, prometido.;)
Por algún motivo desconocido, la mariconada con que nos has obsequiado me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTengo que hacérmelo mirar.
Saludos cordiales.
LaNiña y Ladrona, no tengo idea de qué pasó con él después. A lo mejor hizo trampas, recortó un poco las piezas y lo arreglo :P
ResponderEliminarIgnatus, totalmente de acuerdo. No tengo ni idea de qué carajos me pasó. Pero tranqui, que está arreglado ;)