miércoles, 11 de febrero de 2009

Un curioso caso de resurrección II

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Afortunadamente, el Doctor Anderson había tenido la precaución de atar fuertemente a Marian en la camilla para evitar problemas. La impresión de resucitar era un shock terrible, y era fácil que pudiese hacerse daño.

-¡Edward! – grito la mujer al ver a su marido frente a ella.- ¡Oh, Edward!¡Que terrorífico! ¡Estaba muerta!¡He estado muerta, Edward! ¿Cómo es posible que pueda verte ahora?

El Doctor hizo gestos para que se tranquilizase, se acercó y le acarició suavemente el pelo:

- Cálmate, querida. Sí, estabas muerta. Recordarás que enfermaste en tu viaje a la Guinea Francesa. Uno de los muchos brotes de fiebre que asolan el África Occidental. Cuando te trajeron de vuelta a Londres ya era demasiado tarde. Delirabas, y no pudimos hacer nada por tu vida. – Con calma, se colocó un cigarrillo en la boca, y lo prendió con un fósforo.

- Pero ¿y entonces? – volvió a preguntar Marian, desencajada. La visión de Edward parecía calmarla, pero a pesar de todo se agitaba violentamente.- ¿Qué ha ocurrido?

- Bueno, como sin duda recuerdas, te dije hace tiempo que trabajaba junto con mi íntimo amigo William en un importante estudio. Nunca prestaste demasiada atención, asi que nunca te dije de qué se trataba, pero el estudio tenía como base los trabajos de aquel loco que seguro recuerdas, un tal Frankenstein. Un hombre que dijo haber conseguido dar vida a un ser creado con partes de varios cadáveres. La mayoría de los científicos se tomaron esto como una broma, incluso como una ofensa, pero pronto el asunto quedó en el olvido. Dos años después de su muerte, tuve la suerte de hacerme con sus apuntes sobre el tema, y junto con William empezamos a trabajar. En seguida nos dimos cuenta de que, por muy irreal que pareciese, las anotaciones de Frankenstein tenían sentido, y tras un par de pruebas conseguimos resucitar a una rata. No creo que puedas imaginarte nuestra excitación en aquellos momentos, querida. Tras el primer éxito, fuimos haciendo pruebas, mejorando el sistema de Frankenstein hasta un grado mucho más elevado de lo que seguramente él se hubiese atrevido a soñar. Fue entonces cuando William decidió hacer un viaje a Senegal. Quería traer un par de especimenes raros para poder seguir nuestra investigación. Y a las dos semanas, tú te marchaste a Guinea, y volviste moribunda. Cuando te perdimos por completo, y sabiendo perfectamente que tus padres no accederían a que tratase de devolverte a la vida, tuve que apañármelas como pude para recuperar tu cuerpo. Asi que pedí que me dejasen a solas contigo antes de cerrar el ataúd, necesitaba despedirme. Te escondí en una alfombra enrollada, la alfombra persa que teníamos en el salón, esa que tanto te gustaba, y cerré el ataúd. Lo que he hecho ha sido utilizar mis conocimientos para devolverte a la vida, mi amor.- Edward exhaló una nube de humo lentamente.

- No sabes lo agradecida que te estoy, Edward querido…pero ¿estoy atada? ¿Por qué me has atado, Edward?

- Oh, eso. Era para evitar que te hicieses daño. El shock al despertar es intenso, como habrás podido comprobar.

- Tienes razón, desde luego. Pero ya puedes soltarme, querido. Tus palabras siempre consiguen tranquilizarme…

- Ahora mismo Marian. Voy a enseñarle a William “nuestro logro”.- dijo el Doctor, con un extraño tono en sus últimas palabras. Se dirigió a uno de los congeladores de la habitación, sacó una bolsa, y volvió frente a su mujer.

- Mira William.- dijo depositando la bolsa sobre la mesa. - ¿Qué te parece? Frankenstein tenía razón después de todo, ¿verdad?

Por segunda vez, un grito de Marian se elevó por encima del ruido de los truenos.

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8 comentarios:

  1. A la tercera va la vencida? O habrá más partes?

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  2. Dioses, continúa. Por todos lo que más quieras, continúa.

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  3. Jajaja, Barbija, tendrás que esperar a la siguiente entrega para saberlo.

    Rad, si te soy sincero estaba pensando en no subir la siguiente hasta el miércoles :p Asi que ya puede unirse gente a tu causa, o...hasta el miércoles será xD

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  4. Como me dejes así te juro que te encuentro y te capo.

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  5. ¿En la bolsa está la cabeza, o está el cerebro? ¡Hagan sus apuestas, esta vez sí que pienso hacer una porra!

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  6. Venga, va: a ver quién se lleva el gato (y así me olvido de la cuántica de una vez, si hubiese sido yo, nada de encerrarlo en una caja a ver si esta vivo o muerto. A pedrada limpia xD)

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