lunes, 10 de diciembre de 2012
Siéntete bien contigo mismo...
Por favor, procedan a ver el siguiente vídeo (de 20 segundos, mantengan la calma), y posteriormente diríjanse al final de la entrada.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Pobres pobres, hambrientos, desnutridos. Pobres aquellos que no entienden el terrible sufrimiento de "quedarse sin tacón". Aquellos sin vestiditos "shik" ni nada.
Espero de todo corazón que esta empresa (showroomprive.es) y los genios publicitarios que han hecho esto se arruinen de por vida. Pero feliz navidad para ellos, claro =)
miércoles, 27 de junio de 2012
jueves, 7 de junio de 2012
jueves, 1 de diciembre de 2011
domingo, 22 de mayo de 2011
Una lección a estas alturas
Durará el tiempo que dure. Pero no me olvidaré de que esto se ha hecho SIN POLÍTICA de por medio.
Lección aprendida. Tal vez no está todo perdido.
viernes, 18 de febrero de 2011
A rush of blood to the head
Como empieza a ser habitual, os dejo banda sonora para lo que sigue.
El viento gritaba a ras de suelo, se estrellaba contra todo lo que encontraba sin el menor reparo. Parecía que se introdujese en el cuerpo, que lograse atravesar la piel y llegase a romperte el alma.
Al final, todo se rendía al viento. Incluso él.
Levantó la vista y tuvo que entrecerrar los párpados para evitar que las cenizas le entrasen en los ojos. La estampa le hizo gracia: todos aquellos cuerpos allí tirados en un repertorio de posiciones extrañas, como si el propio viento los hubiese dejado caer de cualquier manera. Sólo los agujeros de bala y los pequeños charcos de sangre bajo ellos delataban que había algo humano implicado en sus muertes. Notó el peso de la Eagle en el bolsillo de su gabardina, que se agitaba a mercerd del viento con una furia propia del lugar. Sí, había sido él.
Era curioso, pero había olvidado cómo se hicieron los agujeros en las paredes, cómo se derribaron los techos. Cómo se prendieron los fuegos que a medida que ascendía se transformaban en columnas de humo que escapaban por los boquetes que sabía que antes no estaban allí. El edificio entero estaba en ruinas y sembrado de cadáveres.
Buscó el paquete de tabaco y extrajo un cigarrillo que parecía haber sufrido todo tipo de calamidades. Todavía se podía fumar. A medida que avanzaba, lo acercó a una de las hogeras improvisadas (en concreto una cortina medio roída y descolgada que poco a poco era consumida por el fuego). Después inhaló una bocanada y tuvo la impresión de que aquél humo era algo mucho más limpio y puro que el aire de aquél lugar, pero no supo por qué.
Fue entonces cuando descubrió el cuerpo de ella en medio de la estancia, colocado en una silla como si estuviese dormitando tranquilamente ajena al desastre que la rodeaba. Hasta parecía sonreir ligeramente. La impresión era tan realista que no pudo evitar llamarla un par de veces, y llegó a preguntarse por qué no respondía. Claro, estaba muerta.
Ser consciente de ello despertó en su cabeza una infinidad de voces completamente descoordinadas, irritantes. Se sentó sobre un bidón de gasolina y le dió otra calada al cigarro, escuchando lo que decían. Algunas hablaban de quién era el culpable, otras del hecho de que no volvería a verla moverse, otras de que no había podido salvarla. Algunas simplemente decían soledad. Y otras se callaban, aunque estaban ahí.
Siguió fumando sin prisa, dejando que aquellas voces dijesen todo lo que tenían que decir y sin prestarle atención a ninguna. Observó de nuevo su cuerpo, tan diferente al de todos aquellos anónimos trajeados desperdigados por el lugar que todavía estaban calientes. Realmente era una pena, pensó. Otra vez será.
Terminó el cigarro y lo arrojó contra la pared. Y acto seguido, con la misma mano, agarró la Eagle de su bolsillo y apuntó el cañón contra su sien, dando un par de golpecitos para avisar a las voces. Se volvieron locas, empezaron a pedir clemencia, a gritarse entre ellas y a él, pero la sonrisa de después despejó cualquier tipo de duda y se callaron de golpe. En su cabeza empezó a sonar aquella canción que tanto había significado y de la que no había hablado nunca a nadie. Dejó que sonara mientras cerraba un rato los ojos, esperando a que terminase. Y luego terminó.
Silencio.
Silencio.
Bang.
Silencio.
martes, 15 de febrero de 2011
Tarot y otras sandeces
Bien pensado,
cuando pierdes siempre
ganar debe ser un incordio.
Imagínense el panorama.
Cambiar los cartones
por el champagne,
el humo por la colonia,
la cama vacía
por el ardor en la piel.
Los bares por el amor,
el blues por el vals.
Pero por si acaso,
háganme el favor:
ni se les ocurra
mencionarme el destino
si no es para hablarme
de la puta de su madre.
Venga, que por lo menos queda ron.